METAFORAS

de Duilio O. Lanzoni

LA LUNA ELECTRICA

(Martín trabaja poniendo una vereda, mientras Domingo lo observa)
Martín: Disculpe que lo joda don, pero: ¿me alcanza aquella baldosa?
Domingo: ¿Esta?
Martín: Esa misma, gracias.
Domingo: Usted haciendo ese laburo y pensar que en Alemania, estaba leyendo el otro día, han inventado una máquina que le pone la vereda en tres minutos, vea.
Martín: Hay que ver cómo queda.
Domingo: Una pinturita, lisita como paño de billar decía ahí.
Martín: Mentiras...
Domingo: ¿Cómo?
Martín: Nada, nada.
Domingo: Y ahí decía también que los franceses han descubierto una fórmula para reciclar el filtro de los cigarrillos y hacer nafta con eso. ¿Qué me dice?
Martín: Bolazo.
Domingo: No lo escucho.
Martín: No, si hablaba para mí nomás.
Domingo: Las cosas que se inventan hoy en día, pensar que pronto, apretando un botoncito capaz que viajamos de un punto a otro del mundo en segundos... que lo parió, lo que es la ciencia.
Martín: Puras cagadas.
Domingo: Oiga, che, usted me está provocando... ¿Qué le pasa?
Martín: No, si no es con usted don Domingo, contra usted nada. Lo que yo digo es que son puras macanas, fanfarronadas que se mandan los gringos para hacernos creer que son más que nosotros ¿Una máquina que pone veredas en tres minutos? Las pindongas. Tráigamela a ver si se las aguanta conmigo mano a mano, qué mierda van a hacer esos.
Domingo: Pero vea que le digo que lo leí en una revista seria.
Martín: Pero no, mi amigo, son todos bolazos, todos; todo lo bueno sigue siendo lo que hacemos a mano y no hay inventos, desde el auto que no se inventa nada en serio.
Domingo: Pero ¿qué está diciendo, Martín? ¿Y el televisor color, el satélite, las computadoras, el rayo láser, qué son?
Martín: Mentiras de los yanquis, eso son. Esos cosos saben manejar bien a la prensa créame, pero nada de eso es cierto.
Domingo: ¿Cómo que no es cierto, usted no ha visto, no tiene un televisor color?
Martín: ¿Yo?, ¿pero a usted le parece que me voy a comprar algo que no existe? (Cada vez mas ofuscado) No señor, yo mentiras no le compro, yo soy bien argentino con para andar comprando macanas de los yanquis, no señor.
Domingo: Pero, Martín, es increíble, hace como veinticinco años que el hombre llegó a la Luna y usted...
Martín: ¿Qué el hombre llegó a qué? Pero por favor, don Domingo, no me salga con eso, esos norteamericanos de mierda podrán engañar a muchos, pero no van a engañar a Martín Muzorelli, no... que luna ni ratones en alpargatas... ahí tiene el mayor de los bolazos de la historia de la humanidad... La luna, pero por favor.
Domingo: Pero si se dio por televisión, hombre.
Martín: Lo que le digo, ¿Cómo se va a ver una cosa que nunca pasó en un aparato que no existe? Qué luna, don Domingo, qué luna: ¿cómo va a pisar un hombre la luna si está lejísimos y además en donde la pisa, lo deja frito.
Domingo: ¿Frito, por?
Martín: La electricidad, don Domingo, si usted pisa la luna lo caga de una patada que te la voglio dire.
Domingo: ¿La luna?
Martín: Pero claro, hombre, la luna es eléctrica. Si no, de dónde saca la luz de noche, ¿Eh, dígame?
(Domingo queda abrumado, sin respuestas, mientras Martín satisfecho continua poniendo baldosas. Irrumpen en Jane, Johnny y la traductora)
Jane: Please.
Johnny: Fuck man, fuck please, fuck country, fuck shit.
Traductora: Los señores le comunican al señor que se encuentra bajo arresto y que tiene derecho a un abogado y a permanecer callado y que todo lo que diga puede y será usado en su contra en un tribunal.
Martín: ¡Qué carajo!
Jane: Sorry.
Johnny: Fuck sharap.
Traductora: Los señores le ruegan que los acompañen.
Martín: ¿Pero qué le pasa a estos cosos, don Domingo? Dígales que me suelten, estoy trabajando, qué mierda.
Jane: Sorry, gauchito.
Johnny:. Fuck latino, fuck pampa, fuck me.
Domingo: Pero, por favor, ¿De que se trata esta historia, señores? Un poco de juicio.
Jane: Judgement, yes.
Johnny: Fuck, fuck, fuck..
Traductora: El señor Martín Miguel Muzorelli se encuentra detenido bajo el cargo de atentar de palabra contra el buen nombre de los Estados Unidos de América y hacía allí será llevado para ser juzgado.
Domingo: Pero ¿Cómo, por qué?
Martín: Don Domingo, por favor, me tienen inmovilizado.
Jane: I love United States.
Johnny: Fuck US América.
Traductora: El satélite, señor, vigila la moral del mundo, y pronto podremos vigilar los pensamientos. Es la ciencia al servicio del planeta. No vamos, le garantizo un juicio justo.
Jane: Sorry, please.
Johnny: Fuck world, fuck pampas, fuck all.
Martín (Arrastrado fuera de escena): Vio que le dije, don Domingo, esto es para mantener la mentira, me llevan porque saben que tengo razón, carajo.
(Domingo quedó abrumado nuevamente, ingresa María, su mujer, Domingo no se da cuenta de su presencia)
María: Domingo... ¡Eh!, Domingo, bajá.
Domingo: Ah... Eh... María, hola.
María: ¿En que pensabas, Domingo? Estabas en la luna.
Domingo: ¿En la Luna? No, mujer, en la luna no. La luna es eléctrica.

TRAPOS DE AYER

(En escena una mujer anciana, y con ella una pareja más joven entre distraída y preocupada, que constantemente estará mirando sus relojes)
Norma: ¿Está mal querer comer? No, y ojo que tengo bien claro que ustedes, los jóvenes, pueden soportarlo mejor. Pero, mírenme, ustedes no saben lo que es vivir tantos años, guardarse adentro las amarguras, las alegrías; descubrir, a medida que pasa el tiempo, que ya no hay con quien compartirlas y, lo que es peor, darse cuenta de que al decirlas, una molesta. Verles los ojos a los más jóvenes y descubrirles esa mirada entre piadosa y sufrida del que más que acompañar te tiene lástima.
Adela: Pero tanto de qué quejarse no tiene, me parece.
Norma: Pero si yo no me quejo de lo que he vivido, hija. Yo me quejo de lo que vivo hoy, como se debe haber quejado mi abuela, y cuando de joven yo tenía la misma impaciencia, el mismo apuro y la misma falta de ganas para escuchar a los viejos que ustedes tienen hoy. Yo me quejo de que después de tanto trabajar, de tanto soñar y de tanto esperar, al llegar a viejo, tenemos que seguir luchando para comer, para sobrevivir.
Gustavo: Pero abuela, usted no va a decir que nosotros tenemos que estar bancando a gente que no produce: dígame qué culpa tenemos nosotros del exceso de viejos.
Norma: Culpa... no se, en mis tiempos esa palabra tenía otro significado. Yo no sé si tienen la culpa, si nosotros la tenemos o si existen las culpas, sólo se que si no hubiese sido por viejos hoy no habría jóvenes, como ha sido siempre, porque nosotros los hemos parido y criado a todos ustedes, y hasta a nuestros nietos. Al menos creo que tenemos el derecho a una vejez digna.
Adela: ¿Derecho? Escúcheme, no me parece que a su edad pueda estar hablando de derechos, ¿qué son los derechos?, al fin y al cabo: pavadas. El derecho no es un bien social, eso siempre quisieron los vagos, cada cual se pelea su derecho y su lugar..
Norma: Hija, quisiera escucharte cuando llegues a mi edad. El derecho del hombre es, fue y será su pedacito de felicidad, y cada cual busca su felicidad como le plazca, eso es cierto, pero es derecho de la humanidad comer, educarse, divertirse, tratar de no sufrir.
Gustavo: Usted en sus tiempos debe haber sido comunista, abuela.
Norma: Disculpame si te digo una grosería, pero no seas boludo, hijo. Qué voy a ser comunista yo, si a mí me no gustaba el comunismo y les decía comunistas a los que pensaban distinto. Soy católica, practicante y vieja, simplemente. Y de vieja he venido darme cuenta de que si uno quiere salvarse solo, pierde.
Gustavo: Pero usted tiene su propia casa, por ahí tiene un televisor, su radio. Vamos, no hay que llorar por deporte, tampoco.
Norma: Sí, es cierto, pero parece que les cuesta entender que a pesar del televisor, de mi casa, de las chucherías que pueda tener, cuando voy a cobrar la jubilación, me dan ganas de llorar. Porque entre la farmacia, los impuestos, la carnicería, el almacén, se va todo y más. Por eso siempre estoy debiendo y protesto, porque muchos días apenas si trago un caldito, hijo.
Adela: Y se mira la telenovela.
Norma: sí, miro la telenovela, miro mucha televisión. Pero ¿qué quieren, que viva para sufrir?¿O porque no tengo para vivir dignamente voy a perder mi dignidad de vieja, no voy a permitirme escapar... qué les costaría pensar un poco más en nosotros?
Gustavo: Lo que pasa es que ustedes, los viejos, son cabezaduras y no entienden. No entienden que el sistema previsional está quebrado, que hay que pagar una deuda que nosotros no creamos, no se olvide que el país tiene que seguir funcionando. Y no puede pararse para que ustedes coman bien. Hay jóvenes que tampoco comen bien, abuela.
Norma: ¿Y te crees que eso no me duele? Tenés razón, pibe. Gente mayor que yo hizo este lío, pero por unos cuantos viejos de mierda no pongas en la misma bolsa a todos. Háganle pagar a ellos, que seguro no pasan hambre; no paguemos la deuda, total: ¿qué mas nos van a llevar si no nos queda nada?
Adela: El honor.
Norma: ¿Tiene honor un país que condena al hambre a sus viejos, a la muerte a sus niños, a la desocupación a los jóvenes?
Gustavo: Ya va a cambiar.
Norma: Dios te oiga... porque yo también tengo mis sueños. Todavía me emocionó soñando un país justo, un país libre. Todavía creo en muchísimas cosas, en la buena gente, en la gente honesta, ¿Ustedes no? (Silencio) Es lindo creer en algo, no se vayan a equivocar, es hermoso pensar en que mañana será mejor que hoy, para todos, no para mí sola, para todos...
(Norma ha quedado como dormida. Gustavo y Adela se miran, suspiran, recogen algunas cosas del suelo y las guardan en sendos portafolios.)
Adela: Dura la vieja.
Gustavo: Lo que más me molesta de este trabajo es aguantarles la charla.
Adela: ¿Nos quedan muchos hoy?
Gustavo (Consultando una lista): Tres más.
Adela: Algún día también nos va a tocar a nosotros.
Gustavo: capaz que no. Capaz que para entonces las cosas se habrán arreglado.
Adela: Vos también soñás.
Gustavo: Y..
Adela: Vieja de mierda, decía cosas ciertas.
Gustavo: Es como te decía, no veo la hora de que inventen una droga más rápida así hablan menos.
Adela: Por lo menos no se dan cuenta de que los estamos matando.
Gustavo: Apurate que todavía hay mucho que hacer.

LAS ALAS

(En un lateral de la escena una mujer, sentada. Mira hacia un punto perdido. En otro lateral, un grupo de vecinos)
Comisario: Está bien, tienen toda la razón, es hora de proceder. La tranquilidad de este pueblo no puede verse afectada por esta loca.
Julia: Y le digo, comisario, de chiquita era así. Si la habremos invitado a mirar televisión y ella... nada;, si la habremos invitado a leer revistas de actualidad y ella... nada. Rara, una loca, como usted dice.
Claudia: Si yo le contara comisario, la Julita tiene razón, si esa ni siquiera le quitó el novio una vez a ninguna de nosotras, no chusmeaba nunca, mire lo que le digo.
Carlos: Yo salí con ella un tiempito, y mire lo que le estoy diciendo, era buena es cierto, pero el día que le pedí... (Duda) Este, la prueba de amor...
Comisario: ¿Lo qué?
Carlos: La prueba de amor, usted me entiende.
Julia: Encamarse dice.
Comisario: Ah, sea claro, usted.
Carlos: Bueno, ese día ni un reparo me puso, me dijo que me quería, que no hacía falta que yo diera tantas vueltas, una loca.
Claudia: Loca de arriba y de abajo.
Julia: Y en el trabajo, siempre se quedaba ayudarnos, nos reemplazaba si faltábamos, nunca una queja, nunca un reproche.
Claudia: Una verdadera vergüenza para el pueblo.
Carlos: Y le voy a decir más, comisario, ella a la noche, cuando yo la invitaba a ver televisión, siempre se negaba y quería leer conmigo.
Comisario: Pero, es terrible, como ha sido que no han procedido antes, que no nos han informado a las autoridades.
Julia: Sabe lo que pasa, señor, una le tenía lástima el fondo, si no tenía amigas la loca esta. Una tiene paciencia, sabe perdonar.
Claudia: Cierto, Julita, pero también debemos reconocer que hemos hecho mal, perjudicamos a la sociedad con nuestro silencio.
Comisario: Muy bien, es hora de proceder, todo lo que me han dicho es apenas un puntito al lado de lo que sé y lo que todo el pueblo sabe. Acompáñenme, vamos a enseñarle a esa loca cuántos pares son tres botas.
Carlos: ¿Uno y medio?
Claudia: Ay, Carlitos, sos tan pelotudo.
(Caminan hacia el lugar donde está la mujer sentada. El padre se interpone apareciendo súbitamente)
Don Arturo: ¿Adónde va, comisario?
Comisario: Córrase, don Arturo, la ley de la ley.
Don Arturo: Muchachos, ¿qué van a hacer?
Carlos: No se ponga así, don Arturo, usted sabe cómo son estas cosas.
Claudia: Mire, yo se lo voy a decir claritamente, porque después de todo usted tan inocentito no es en este asunto... ya todos sabemos, mejor dicho, el pueblo sabe y se horroriza de que su hija se haya dejado crecer las alas.
Julia: Claudita, no hablés tan fuerte.
Claudia: No, disculpame, pero ya me he callado y aguantado mucho de la loca esa, así que ahora que me escuchen todos. Sí, don Arturo, quién sabe qué cosas le ha inculcado usted de chica para que ahora se haya dejado las alas como si tal cosa.
Carlos: Usted sabe, don Arturo, somos humanos, no podemos andar por ahí volando como si fuera lo más lógico, ¿qué sería del mundo sin ciertos límites?, hay que hacer lo posible, nada más.
Comisario: ¿De qué servirían las leyes, que función cumpliríamos los policías si no?
Don Arturo: Pero no veo que les haya hecho ningún mal, ¿en qué les afecta ustedes que eche un volidito de vez en cuando, en qué? ¿A ver?
Julia: Pero don Arturo, ¿no entiende? ¿Qué sería de este pobre mundo si así como a su hija se le da por dejarse las alas, a mí se me diera por hacerme invisible, a Carlos por cambiar de colores, a Claudia por ser sonido y al comisario por no coimear?
Comisario: Las cosas son como son, don Arturo, y cualquier loco no puede andar transgrediendo lo más campante por ahí.
Don Arturo: ¿Qué le van a hacer?
Comisario: Meterla en caja, enseñarle los límites, va a ser para mejor para ella y para todos, ya va a ver. (Lo hace a un lado y decididamente llega a la mujer)
Julia: Mirá la loca, las alas sedosas que se ha dejado.
Claudia: Loca, loca.
Carlos: Pero querida, ¿cómo se te ocurrió?
Comisario: A ver, señorita, en nombre de las gentes de este pueblo le ordeno que haga desaparecer esas salas inmediatamente y se sume al común de los mortales: proceda. (Silencio expectante, no pasa nada)
Julia: No da bola.
Don Arturo: Déjenla en paz.
Comisario: Señorita, sepa que está incurriendo en la figura del desacato agravada por resistencia pasiva a la autoridad. Por segunda vez, ¡haga desaparecer esas salas, carajo! (La mujer apenas si los mira, no pasa nada)
Julia: Pero mirala vos a la mosquita muerta, se hace la gallita.
Claudia: Turra la loca.
Comisario: Mire señorita, hágame caso, si no puede hacer desaparecer esas salas, vuele. Ya mismo, vuele.
Carlos: comisario...
Julia: No haga eso que habemos dos damas.
Claudia: No la haga volar delante nuestro por favor, si no me desmayo.
Comisario: Le he dicho que vuele... (Nada) loca de mierda, a mí no te me vas a andar resistiendo, vos no sabés quién soy, volá te digo guachita, volá o te voy a dar tal paliza que ni los pelos de las cejas te van a quedar sin yeso, ¡Volá, mierda! (Nada) ¿Ah, si?, a ver vos (A Carlos) Sacá las tijeras...
Julia (Como en un orgasmo) Eso, eso.
Claudia (Ídem): Ay, sí, comisario, dele con las tijeras, dele, sí, sí.
Carlos (Alcanzándole las tijeras): Duro y a la bolsa, comisario.
Don Arturo: Por favor...
Julia: Callate, viejo choto.
(El comisario un una gran tijera de podar le corta las alas a la mujer que sigue inmutable)
Comisario: Listo, a ver si ahora te seguís haciendo la viva, pajarita, ahora sos una persona como nosotros, ¡qué te habías creído!
Julia: Comisario, usted es un macho.
Claudia: Un padrillo.
Comisario: Vámonos, damas y caballeros, el largo brazo de la ley ha puesto las cosas en orden en este pueblo.
(Se van satisfechos, Don Arturo acompaña a su hija hacia la salida del escenario, breve oscurecimiento. Comisario, Claudia, Julia y Carlos miran hacia arriba con furia)
Julia: Comisario, la muy loca vuela sin alas.
Claudia: ¿Y quiénes son esos que la acompañan?
Carlos: Comisario, es humillante.
Comisario: Dejen, dejen, ya tendrán que volver suelo. Allá son muy vivos estos, pero acá esas alas tan grande les impiden caminar. Déjenlos, ya los vamos a agarrar.
Todos: Locos de mierda.

EL FLACO QUE SILBA

(La escena vacía, entra Hombre 1 corriendo, por detrás el resto)
Hombre 1: ¡Han secuestrado a Dios!
Mujer 1: ¿Pero qué esta diciendo?
Hombre 1: Le digo que han secuestrado a Dios, me dijo una tía que estaba escuchando Radio Colonia y un primo que veía Nuevediario.
Mujer 1: ¿Seguro que no es un chiste?
Hombre 1: ¿Me ve cara de andar haciendo ese tipo de chistes?
Hombre II: El señor tiene razón, yo acabo de enterarme en el bar de la esquina.
Hombre III: Ta que lo parió, seguro que ahora sube el dólar.
Mujer II: ¿Y qué podemos hacer?
Hombre 1: Ah, no, señora. Yo traigo la información, no pretenderá ahora que también me ponga a hacer algo.
Mujer II: ¿Y por qué no?
Hombre 1: Sabe lo que creo: que si lo secuestraron es una cagada, pero ha de ser porque algo andaría haciendo.
Mujer 1: ¿Pero qué dice, che? Está hablando de Dios.
Hombre II: ¿Y? Tiene razón el hombre, si fuera tan Dios como dice no lo habrían secuestrado.
Hombre III: Yo me voy a comprar dólares antes de que sea tarde (Se va)
Hombre II: ¿Qué quieren que les diga? Para mí estaba metido en algo, coimearía a alguien gordo, vaya a saber...
Mujer l: Dios, ¿coimeando?
Hombre II: ¿Y acaso, Dios no es argentino?
Mujer 1: Déjese de pavear, ¿Quiere?
Mujer II: ¿Seguro que no podemos hacer algo?
Hombre II: ¿Por ejemplo?
Mujer II: Rezar.
Hombre II: Ah, muy positivo, podrido lo debemos tener al pobre pidiéndole cosas, y usted quiere usar la misma vía para rescatarlo.
Mujer 1: Pero, ¿Quién lo secuestró?
Hombre 1: ¿Cómo, no sabe?
Mujer 1: Y... si le pregunto.
Hombre 1: La sinarquía internacional (Hacen gestos de impresión fuerte)
Hombre II: Viene jodida la mano.
Mujer 1: Y, ¿piden algún rescate?
Hombre 1: ¿Cómo, no sabe?
Mujer 1: No, boludo, si no, no le pregunto.
Hombre 1: Bueno, no se ponga así. Piden un ingenuo, un crédulo y un solidario de la Argentina.
Hombre II: ¡Qué pedazo de hijos de puta, qué les costaría pedir unos cuántos millones de dólares, la liberación de algún preso!
Mujer II: Y si acá no quedan.
Hombre II: Cierto.
(Regresa Hombre III)
Mujer II: Y, ¿vendió?
Hombre III: Todos los bancos cerrados.
Hombre II: Esos con tal de no laburar.
Hombre III: Para mí, de todas maneras, esto es un auto secuestro, digo para ganar un poco de prensa, como no se ha metido en ningún escándalo, los medios ni bola le dan.
Mujer 1: Pero digo yo, ¿ni un crédulo queda?
Mujer II: Se terminaron después de la última elección.
Mujer 1: ¿Los ingenuos?
Hombre 1: Después de la última privatización.
Mujer 1: ¿Y los solidarios?
Hombre II: Después que nos enseñaron que uno es más que todos, o sea desde la erección del último ídolo de turno.
Hombre 1: ¡Qué cagados estamos!
Hombre III: Pero yo digo, ¿Para qué lo precisamos a Dios, en que nos afecta que este libre o secuestrado?
Hombre II: Cierto.
Mujer 1: Oiga, ¿cómo puede decir esa barbaridad?
Hombre 1: No, es cierto lo que dice, ¿Para qué lo hemos precisado a Dios en los últimos tiempos, nos sirvió contra las inundaciones, las hiperinflaciones, las migraciones, el desgano colectivo, las guerras, las dictaduras? Si sus representantes jugaban al tenis con los asesinos.
Mujer II: Pero Dios estaba ahí.
Hombre III: ¿Haciendo qué?
Mujer II: Llorando.
Hombre 1: Por lo menos lloraba.
Hombre II: Nosotros no tuvimos huevos ni para eso.
(Entre el Flaco, con una bicicleta blanca y rota)
Flaco: (Silba La Bicicleta Blanca, de Piazzolla y Ferrer)
Mujer 1: ¿Cómo dice?
Flaco: Dije: (Vuelve a silbar)
Mujer II: ¿Por qué anda tan sonriente, sabiendo que han secuestrado a Dios?
Flaco: Secuestrado... yo diría silenciado, acallado.
Hombre 1: Deje de joder con esa sonrisita que me pone nervioso, preocúpese, como indican los acontecimientos.
Flaco: Preocuparme, hace años que preocupo, pero no por eso voy a dejar de sonreír. ¿Qué sería de todos si por cada preocupación nos negamos ese derecho?
Hombre III: ¡Qué tipo, todos con el culo a dos manos y el diciendo boludeces, ¿De dónde salió, usted?
Flaco: De por ahí.
Mujer II: No hay justicia, Dios le da dientes a los tontos.
Flaco: Dios sabe lo que hace, no sé crean. Mírense, pidieron crédulos: ahí están ustedes; pidieron ingenuos: acá están. Un poco más y hasta solidarios se volvían... La sinarquía. (Se ríe con sincera alegría) ¡Qué cosas son capaces de imaginar,!Dios no puede estar prisionero de nadie más que de cada uno, si Dios está dentro nosotros, somos nosotros quienes lo hemos apresado.
Hombre 1: Pero este mugriento nos está acusando.
Mujer 1: Qué desfachatez.
Mujer II: Este parece medio zurdito, che.
Hombre II: ¿Por qué no te las tomás?
Hombre III: ¿No quiere comprar dólares?
Flaco: Está bien, no lo tomen así. Ya me voy, queden en paz, amigos.
Hombre 1: Y se nos sigue cagando de risa en la cara, yo lo parto. (Los cinco comienzan a darle una despiadada paliza. Rompen aún más la bicicleta. Cuando acaban el frenesí, observan al Flaco como muerto del suelo y se miran aterrados, pero el Flaco se reincorpora sonriente)
Flaco (Poniéndose la bicicleta al hombro): Que yo los salve. (Se va sonriente y silbando)
(Los cinco se miran y comienzan a irse de la escena corriendo en distintas direcciones)
Hombre 1: ¡Qué alguien nos indulte!
(La escena se oscurece mientras los actores cantan el estribillo de La Bicicleta Blanca de Piazzolla y Ferrer:
Flaco, no te pongas triste, todo no fue inútil, ´
no pierdas la fe,
En un cometa con pedales, dale que te dale,
Yo se que has de volver)

TIEMPOS NUEVOS

(En escena Daniel, su mujer Laura, su hija Silvia, Sandra y Adrián)
Adrián: No puedo entenderte hermano, te juro que trato pero no puedo. No alcanzo a entender tu razonamiento, para qué te sirve. En serio.
Sandra: Lo que pasa es que no escuchas lo que te decimos. Te estás confundiendo, te crees que te queremos joder o algo por el estilo.
Daniel: No, si yo los entiendo perfectamente.
Sandra: No, oíme un poco, no seas necio. La cosa es simple, no te estamos pidiendo que traiciones de la patria, ni siquiera te estamos proponiendo un delito. No sé qué es lo que te cuesta tanto.
Adrián: Claro, mirá, que aceptés firmar los papeles de este negocio no implica nada malo, todo lo contrario, oí bien que te lo repito: vos firmas, como secretario del gremio este convenio, mira bien, todo legal, este convenio con esta red de farmacias y nos beneficiamos todos, los afiliados que van a obtener buena calidad, nosotros como conducción-porque podemos presentar otro logro para la próxima elección-y vos, tu familia y las familia nuestras, porque la recompensa de esta gente es muy importante.
Daniel: La cometa.
Adrián: Llamalo como quieras, pero no jodés a nadie.
Daniel: Pero no es lo correcto, entiéndame eso, no es lo correcto. A nosotros no nos votaron para negociar bajo cuerda, ni para hacer este tipo de arreglos, ni para recibir un mango extra por esto que aceptamos por una vocación de servicio.
Sandra: Pero la vocación de servicio también puede ser recompensada, ¿o te crees que vamos a ser los únicos que hacemos este tipo de cosas? Daniel, por favor, no seas tan principista.
Daniel: No veo que sea tan malo mantener los principios, la honestidad.
Adrián: Pero, hermano, ¿quién te va a cuestionar a vos la honestidad?
Daniel: Precisamente, aprovecharme de eso me parece jodido por lo menos.
Sandra: Nos estás tratando de jodidos a nosotros.
Daniel: No, no fue mi intención Sandra, la actitud es jodida, digo.
Adrián: Chicas, a ver si ustedes lo hacen entrar en razones, a lo mejor ustedes les da más bola, que se yo.
Silvia: Dale, papá, metele, total a quién le calienta nada. Firmá que después nadie se va a acordar...
Daniel: Callate la boca.
Silvia: No quiero, papá, no me vas a hacer callar. Escuchame viejo, ¿sabes qué? Con esa guita extra vamos a vivir más tranquilos, vas a putear menos, vas a justificar el tiempo que no nos dedicás y el laburo que siempre has hecho, ¿quién va a criticarle algo a Daniel Hernández?
Daniel: Silvia, por favor, me da vergüenza escuchar lo que estás diciendo. Nunca me escuchaste a mi decir esas cosas, no tolero que lo pienses siquiera, si vos me conocés como para saber que siempre he dicho que primero está la ética, antes que nada, es el principal valor que tenemos que sostener.
Silvia: Pero sí, viejo, pero no llegamos a nada con la ética, yo quiero estudiar, mamá quiere vivir tranquila, y con lo que acá se gana no hay ninguna seguridad
Daniel: Basta, nena, es triste lo que decís.
Silvia: Es la verdad, estamos en los 90, la ética ya fue, tus valores ya fueron viejo, avivate... (Se va. Daniel quedan sorprendido)
Adrián: Hacele caso a la piba, Danielito, te está batiendo la justa. (Saca unos papeles) Mirá, son cinco firmas y es la tranquilidad, si vos no firmas nos quedamos como hasta ahora.
Daniel: Con las manos limpias.
Sandra: Limpias de plata... Daniel, no nos fallés. Son muchas cosas en juego, no sólo sos vos, somos nosotros, nuestras familias, es parte de nuestro futuro en el gremialismo.
Adrián: Lo que importa es el objetivo, hermano. No cagamos a nadie y de alguna manera nos aseguramos seguir en la conducción, ¿qué querés? ¿que la agarren los otros? Vos sabés bien que esos están en el curro grande. Combatamos al enemigo con sus armas, si nosotros sabemos que nuestro objetivo es bueno y es sano.
Daniel: Pero así nos ponemos a la altura de ellos, así no importan nuestros objetivos, se desdibujan, nos traicionamos. No importa si es mucho o poco, importa que nos ensuciamos, que nos damos vuelta.
Sandra: Pero quién no hace algo así alguna vez la vida. Así es el mundo, Daniel, no seas tan inocente, tan... tan...
Daniel: ¿Boludo?
Sandra: Lo decís vos.
Daniel: Pero digo yo, ¿a qué hemos llegado para que le digan boludo a un tipo que sólo quiere ser honesto? Aparte, me lo dicen ustedes, no lo dice cualquiera.
Adrián: Pero cariñosamente, es preferible que te lo digamos nosotros ahora y no que te lo digas vos cuando no tengas nada.
Daniel: Suena como una amenaza, Adrián.
Adrián: Pero dejate de joder de una vez. Firmá, no hinchés más las pelotas. Firmá que no te vas a caer en ningún pedestal, ni se va a venir abajo el cielo porque Daniel Hernández se procure un pequeño beneficio. Parecés el presidente de la nación y no el secretario de morondanga, de un gremio de morondanga, de un pueblo de morondanga, carajo.
Daniel: No voy a firmar.
Sandra: Sos un egoísta, un creído. Al final tanta ética al pedo te impide ver las cosas grandes. Para vos es más importante tu honor de mierda que el interés de muchos. Sos un jodido, che, un boludo jodido...
Daniel: Para Sandra que...
Sandra: ¡Qué pará, ni pará! Escuchá y abrí las orejas. Vivimos en este momento, aquí, ahora, deja los principios para cuando sirvan, ahora no sirven, entendé, Daniel, no sirven.
Adrián: Tomá, hermano, son cinco firmas. (Le pone los papeles por delante. Daniel los rechaza. Adrián insiste, Daniel comienza a violentarse, Adrián le arroja los papeles encima) Anda a cagar, viejo, anda a cagar. ¿Sabés quién te va a agradecer a vos? Mongo. ¿No te das cuenta que si vos no lo hacés en algún tiempo más va a venir otro al que no le va a calentar firmar esto y cosas más grosas? ¿Quién te va a reelegir a vos, quien? Vámonos Sandra, es al pedo... Sos un reverendo boludo, Daniel, un impresionante boludo. (Se van, Daniel se queda abrumado)
Daniel: No los entiendo, Laura, ellos eran como yo, ¿qué les pasa? (Laura lo mira) Vos tampoco los entendés, qué barbaridad, a esto hemos llegado, mirá si hasta Silvita dice esas cosas. (Laura llora) ¿Pero qué tenés? No, no es para llorar, vas a ver que van a entender cuando se calmen, si somos amigos de años, no pueden haber cambiado tanto, Laura, por favor...
Laura: ¡Cállate! No te soporto más, ¿cómo podés ser tan ciego?, tan egoísta...
Daniel: Pero ¿qué decís?
Laura: Lo que siento, eso digo... o no te das cuenta. No te das cuenta de nada, vos. No te das cuenta de que no nos alcanza la guita, que por este gremio de porquería hace años que no pasamos un fin de semana juntos, que no hacemos más que hablar de eso. Que toda nuestra vida ha sido hablar de los derechos de la gente, de los demás, ¿Y los nuestros, para cuando? Vos y tu dignidad, somos pobres, Daniel, o casi... Siempre quise tener cosas que fui postergando por vos, cositas nomás, una seguridad, la tranquilidad de saber que a nuestra hija le quede algo. Nunca me preguntaste si yo estaba de acuerdo en tus cosas, siempre te acompañé, te quise, te quiero, pero no aguanto más. Te has quedado congelado en el tiempo... Si yo pudo resignar tantas cosas, al menos me hubieses preguntado si estaba de acuerdo, si quería resignar también esta pequeña compensación... pero no, siempre con tus ideales, con tu intachable honestidad, ¿de qué nos ha servido, Daniel, de qué? Nosotros honestos y miles haciendo lo imposible para tener sus cosas a cualquier costo sin tener tantos problemas de conciencia. Eran unas firmas nada más, no perjudicabas a nadie, pero no. El perfecto señor Daniel Hernández, el probo, el tonto, el boludo...
Daniel (Intenta abrazarla): Pero Laura, ¿qué estás diciendo, por favor?
Laura: Dejame, no me toqués, no quiero tenerte cerca ahora. (Se va) Nos vamos a quedar muy solos, te vas a quedar muy solo, Daniel.
Daniel: (Lentamente, sopesando sus sentimientos, junto los papeles, los acomoda, se pasea nervioso, busca una lapicera. Duda, firma, pero rompe todo con rabia descontrolada): Nunca, carajo.

HERMANO PAI

(Un grupo de gente esta sentada en círculos, al aguardo de algo. Ingresa Marisa, la secretaria)
Marisa: Hermanos, el momento ha llegado. Ustedes que aquí se consumían en dudas y problemas, sepan que ha llegado el instante de la solución, en segundos nada más tendrán con ustedes la presencia divina, la voluntad infranqueable, el saber ingente, la bondad infinita, la consulta más barata... hermanos roguemos, vivemos, oremos, con ustedes: ¡El hermano pai!
(Entre aplausos, y gritos y lamentos irrumpe el hermano Pai)
Hermano Pai: Yo soy el Hermano Pai
Garantizo maravillas,
yo curo daños y males,
aniquilo culebrillas,
limpio casas y terrenos,
Soy médium independiente
Me comunicó con todos,
Yo soy un pai influyente.

Yo soy el Hermano pai,
Leo manos, tiro cartas,
El horóscopo de todos
Es muy fino y servicial,
Acomodo enamorados,
Soy adivino y genial
Tengo caja de caudales
En pleno Banco Central.
(Todos lo vivan en medio de aleluyas. La acción se calma. Comienzan a ser tratado por el Hermano Pai ingresando a un lugar delimitado por luces, de a uno)
Mujer 1: Hermano Pai, me han hecho un daño... ayúdeme...
Hermano Pai: Hija, hermana mía, ¿qué te sucede?, dímelo, confía en el Hermano Pai.
Mujer 1: Me han quitado el marido, hermano.
Hermano Pai: ¿Cómo, hermana, cómo?
Mujer 1 (Perdiendo el aire místico): Una puta de porquería hermano, lo engatusó con la cama y el boludo echó a la mierda 15 años de matrimonio... pero seguro que usó gualicho, una bruja era, mire.
Hermano Pai: Hermana, desahoga tu pecho de la pena, grita conmigo, ora conmigo... Macalicani paitinú partikinesis.
Mujer 1: ¿Qué?
Hermano Pai: Macalicani paitinú partikinesis que quiere decir: vuelve amado mío a mi vida, en la lengua de los antiguos dioses sánscritos.
Mujer 1: Maca... maca... no me sale.
Hermano Pai: No importa hermana, elabora tu duelo, descarga tu libido en encomiables tareas y sale, no te encierres con tus penas... ve con los dioses, hermana.
(Ingresa Hombre 1)
Hombre 1: Tarot, hermano, quiero saber mi futuro en el Tarot, presagios crueles me traen.
Hermano Pai: Hermana Marisa...
Marisa: Sí, Hermano Pai.
Hermano Pai: Las cartas, por favor (Marisa se las da, Pai comienza a mezclarlas. Hombre 1 observa, Pai reparte, hombre 1 levanta las suyas) Envido.
Hombre 1: Quiero 32.
Hermano Pai: Hermano, eres un inseguro, un indeciso, un hombre miedoso atribulado de su suerte... ¡Con 32 das solamente un envido!
Hombre 1: Hermano, usted ve todo.
Hermano Pai: Aparte, eres hombre de poca suerte. 33 son mejores.
Hombre 1: Hermano: usted es un iluminado.
Hermano Pai: Truco.
Hombre 1: Quiero, hermano.
Hermano Pai: Debes matar a este 7 de oro.
Hombre 1: Mato y quiero retruco.
Hermano Pai: Mira hermano, un hermoso 3 de espadas.
Hombre 1: Disculpe hermano, pero le gano por primera con este 3 de oro.
Hermano Pai: Hermano, has recuperado la fe en ti mismo, vuelves a tener valor, eres otra vez un hombre digno.
Hombre 1: Gracias, hermano, usted es mi maestro. (Se va)
Hermano Pai (Que se queda mirando las cartas): Culón de mierda. Dale Marisa, hace pasar a otro. Mujer 2: Hermanos, Hermano Pai, quiero comunicarme con el más allá.
Hermano Pai: No hay límites cuando hay fe, no hay barreras que detengan a la mente cuando la mente y el alma deciden volar, dime hermana, ¿con quién quieres comunicarte?
Mujer 2: Con Mozart, hermano...
Hermano Pai: ¿Con Mozart... y para que?
Mujer 2: Amo la música, maestro, quiero conocer y saber del genio máximo.
Hermano Pai: Lo haría con gusto hermana, pero creo que hay un problema.
Mujer 2: ¿Cuál hermano?
Hermano Pai: No se alemán, hermana, ¿no tiene a alguien más próximo, argentino, uruguayo a lo sumo?
Mujer II: No hermano, pero entonces quisiera que me comunique con el ser más querido que he tenido en mi pobre vida, el que me satisfizo y me amó, el que me llenó las soledades, y colmó mis deseos: comuníqueme con Felipe, por favor.
Hermano Pai: ¿Su marido?
Mujer 2: No, Felipe, mi perro.
Hermano Pai: (Sorprendido) ¿Su perro? Y bue... el cliente siempre tiene la razón (Entra en trance, pone los ojos en blanco, babea, cae al suelo con espasmos, se agita, se pone en cuatro patas y comienza a ladrar)
Mujer 2: Felipe, mi tesorito, venga pichicho con su mamita.(Hermano Pai se comporta como un perrito respondiendo a los pedidos de Mujer 2, que lo abraza, lo estruja, se revuelca con él) Felipe, cielito, ¿cómo te tratan? (Hermano Pai ladra en respuesta) ¿Te dan bien de comer? ¿Hay arbolitos en el cielo para que hagas pipí? (Hermano Pai levanta una pata) No querido, adentro no, mamita te lo ha explicado mil veces. (Le da un coscorrón) Y si el perrito se porta mal, mamita le tiene que pegar, malo el perrito, malo; no le hace caso a mamita. (Comienza a pegarle más) ¿Se acuerda Felipe por qué se murió, se acuerda cuando le rompió la ropa que estaba colgada a mamita, venga perro, venga cuzco de mierda que te voy a volver a reventar, perro degenerado. (Hermano Pai sale violentamente del trance)
Hermano Pai: Espero haberle sido útil, hermana.
Mujer 2: Estoy tan emocionada, Hermano Pai, no se cómo agradecerle.
Hermano Pai: La hermana Marisa se lo va a hacer saber, ve con los dioses, hermana. (Sale, entra Hombre 2) Hermano, tú dirás...
Hombre 2: Caradura.
Hermano Pai: ¿Perdón?
Hombre II: Dije que sos un caradura, y agrego que sos un ladrón, un peligro para la sociedad.
Hermano Pai: El hermano me ofende.
Hombre 2: Hermano las pelotas... no te hagás el que no me conocés, Benítez, estudiábamos juntos psicología hasta que en tercer año desapareciste. ¡ Hermano Pai!, pero qué chanta, che.
Hermano Pai: ¡Snicovsky! Sos vos, carajo, cuánto tiempo... ¿qué hacés acá?
Hombre 2: ¿Qué hago? Vivo y pretendo trabajar en este pueblo, pero los tipos como vos me sacan los clientes... eh, los pacientes... y no lo voy a permitir, te voy a denunciar, a... a cagar a palos si es preciso.
Hermano Pai: Fui iluminado, hermano Snicovsky, no pretendo...
Hombre 2: No me jodás, qué iluminado ni ocho cuartos, vos sos un currador profesional, eso sos... caradura.
Hermano Pai: ¿Yo tengo la culpa? No viejo, yo soy un pragmático, un producto de las necesidades de la sociedad. La gente quiere milagros, fantasías, gente en quien confiar y sólo nosotros podemos dar todo eso, hoy por hoy.
Hombre 2: Pero ¿qué decís Benítez?
Hermano Pai: La verdad, viejo, la verdad. Son las circunstancias, es la pobre gente que necesita de brujos en quienes creer porque no pueden creer en el vecino, y es negocio, y como es negocio todos se prenden.
Hombre 2: No abarqués tan ancho.
Hermano Pai: Pero es cierto... y diculpame rusito, pero estoy apurado, yo no vengo a joderte la vida, quédate tranquilo. Aparte sabiendo que hay un amigo como vos acá te voy a derivar unos cuantos, quedate piola. (Lo empuja fuera de la escena) Hermana Marisa, suspéndame los turnos que me quedan para mañana, estoy algo cansado. (Marisa despide al resto que sale vivando y aullando) Marisa... ¿Cuál es la agenda de mañana?
Marisa: Atención de 8 a 13 horas. A las 15 viajamos en avión a La Plata porque la mañana tenés turno con el médico y el jueves terapia con el psicólogo y a la noche entrevista con el obispo.
Hermano Pai: ¡Qué lo parió! ¡Cuánto trabajo!

POSTALES DE UNA CIUDAD

(Un par de turistas y un Guía recorren una ciudad. La escena vacía, unos cuantos actores forman la escenografía como estatuas)
Guía: Y ustedes pueden ver, estimados visitantes, lo que ha quedado de lo que fuera una hermosa ciudad, no hace tanto tiempo atrás.
Mujer: ¡Pero qué barbaridad! ¿Cómo una civilización puede haber desaparecido así como así?
Guía: No tan así señora.
Hombre: Seguro que fue como Sodoma y Gomorra, libertinaje, sexo, violaciones, zoofilia, necrofilia. (Ha comenzado a excitarse)
Mujer: Comportarte.
Guía: No, señor, todo lo contrario. Una moral pacata, nada de pornografía, nada de excesos, todo bien controlado.
Hombre: ¿Ni un poquito de voyeurismo siquiera?
Guía: Nada.
Hombre: Puta.
Mujer: ¿Pero qué te pasa? Pareces un adolescente, che.
Hombre: No, mujer, es que se me ocurrió nada más... ¿Pero dígame, como fue el asunto entonces?
Guía. Ah... es una historia larga... mire, esta ciudad era hermosa, mis padres llegaron a conocerla en el final, pero por filmaciones y fotos sabemos que tenía todo.
Mujer: No entiendo.
Guía: Les explico. Tenían gobernantes elegidos por el pueblo.
Estatua 1: Tendremos el futuro nuestras manos, haremos de este lugar la mejor tierra del mundo, somos el primer mundo. Somos el primerísimo mundo, carajo.
Guía: Pero ésas eran las palabras.
Estatua 1: Vendan todo lo que sea el municipio, hay que sanear la economía. Vendan, vendan, carajo.
Guía: Y se empezaron a equivocar muy feo.
Estatua 2: Como diputado exijo que se me aumente la dieta el 110%, para poder seguir representando dignamente la misión encomendada.
Estatua 3: Pero si le aumentamos a usted nos quedamos sin educación.
Estatua 2: La educación es una jactancia de los intelectuales, cierren las escuelas y que los maestros se busquen otra cosa, a ver si se pensaban que iban a laburar 4 horas toda la vida.
Estatua 3: Y los jubilados se van a morir de hambre.
Estatua 2: ¡Qué me calientan esos viejos de mierda! Si quieren comer, que trabajen, lo único que falta es que quieran seguir viviendo de arriba.
Estatua 3 No va a haber plata para la salud.
Estatua 2: El que se enferma se caga, que labure para pagarse un médico, lo único que falta es que vamos a andar aguantando las ñañas de todo el mundo.
Estatua 3: ¡Pero usted no trabaja!
Estatua 2: Yo soy un diputado.
Guía: ¿Van entendiendo?
Mujer: ¡Qué vergüenza!, seguro que lo echaron en seguida.
Guía: ¿Echarlo? No, se lo seguía eligiendo, iba escondido en la lista y siempre lo volvían a elegir.
Hombre: Maravilloso, pero por eso sólo...
Guía: Espere, no se apure...
Estatua 4: No se puede, no se debe confiar, el mundo reclama el esfuerzo de la gente en pos de ser seres individuales, la muerte de las ideologías implica la desaparición de los intentos de trabajar en grupo, el hombre debe vivir apenas con su familia buscando su propio bienestar y rodearse de todo cuanto le sea útil. El hombre es uno y por sí mismo. Debemos llevarnos bien para poder comerciar en paz y debemos fomentar la guerra para poder comerciar también.
Guía: El filósofo.
Estatua 1: Confieso: he robado al erario público, me he enriquecido ilícitamente, he violado menores, he matado inocentes... ¿Y qué?
Estatua 3: Lo declaro incurso en el delito de tentativa de crímenes de lesa humanidad, pero tal delito es absolutamente excarcelable, por lo que condeno al pueblo a devolverle su buen nombre mancillado, ¡He dicho!
Guía: La justicia.
Hombre: ¡Pero esto era jauja!
Guía: Espérese.
Estatua 4: Mi partido no acepta los chanchullos del gobierno.
Estatua 2: Le ofrezco la secretaría de desfalcación pública.
Estatua 4: Juro desempeñarme lealmente y si no que Dios, la patria y Magolla me lo demanden. Mi partido apoya firmemente la tarea emprendida por este gobierno.
Estatua 1: Combatiremos la droga hasta las últimas consecuencias, nuestro lugar no será destruido por ese flagelo... Necesito blanca, ¿quién me da alguna línea, por favor?
Guía: ¿Se dan cuenta?
Mujer: Es increíble.
Hombre: Me hubiese impresionado un poco menos lo de Sodoma y Gomorra, vea.
Mujer: ¿Pero qué hacía la gente común?
Guía: Tenían la clase media.
Estatua 1: Ay... yo lo voy a votar a Menganito, porque sale en la tele que ni te cuento... tiene un ángel, viste, y que bien se viste.
Estatua 2: Y Fernández se debe encamar con la secretaria. Lo bien que hace, porque si se le presenta la oportunidad... las minas son toda putas, viejo.
Estatua 3: Echaron a 600 empleados... que se jodan un. Hay que saber cuidar lo que se tiene, así aprenden a no romper la paciencia con huelgas y boludeces. Mano dura, a este lugar siempre le faltó mano dura.
Estatua 4: Cambié el auto. Ahora estoy por hacerme un viajecito a Europa y ya me puedo considerar feliz. Acá no labura el que no quiere.
Estatua 1: Hay que vender todo. En la tele dijeron que daba pérdidas, y yo no voy a pagar impuestos para sostener a unos vagos. No, señor.
Mujer: Pero que egoísmo, por favor.
Hombre: ¿Y eran todos iguales?
Guía: Creo que no. No sé siquiera qué cantidad de gente corrupta había y qué cantidad de los que no. Lo que pasa es que el sistema era la corrupción, la gente había perdido toda escala de valores, si modelos, sin nada que imitar, era duro.
Mujer: ¿Y esa es la historia?
Guía: no, Había algo más: el desgano.
Mujer: ¿El desgano?
Guía: Sí. La gente de pronto comenzó a perder interés en todo, se fueron quedando, dejándose morir y así se precipitó al final.
Hombre: terrible.
Guía: Y ustedes serán los últimos en ver en esta ciudad. La acaba de comprar un consorcio norteamericano japonés para poner aquí un basurero nuclear.
Mujer: Da pena, tanto futuro.
Hombre: Dígame, ciudades con historias de sexo, ¿No hay por acá?
Guía: No son mi especialidad, pero...
Hombre: vamos, vamos, quiero enganchar otra excursión.
Mujer: ¡Pero qué te agarro, estás desaforado!
Hombre: Desaforado y caliente (Se van)
Guía: No terminé, quería decirles que a pesar de todo, hay quienes se acuerdan de este lugar. Quienes creen que no todo está perdido. Las cosas malas no son inacabables. Andan muchos todavía soñando con empezar todo de nuevo. Esta es sólo una ciudad para turistas, es cierto, pero las ideas todavía viven. La solidaridad no está tan muerta. Ya van a ver, el péndulo de la historia se moverá otra vez y en otro lugar la historia comenzará a escribirse de nuevo. No terminé. Yo tengo más cosas para contarles, aunque no haya nadie para escuchar, sigo teniendo cosas para contar, mientras podamos contar seguirán viviendo los ideales, porque- no me dejaron decirlo- los ideales no se vendieron. Vamos a seguir contando aunque duelan los oídos, vamos a seguir diciendo nuestras verdades porque no es tiempo de callar. El silencio para los cobardes. Esto está muerto, es cierto, pero no todo lo está... eh, ¡señores!, escúchenme, para que a su pueblo no le pase lo mismo. Tenemos cosas para contar, dense cuenta. Toda la vida es una metáfora, pero hay que vivirla. ¡señores, vuelvan! Sepan que no hemos aprendido todavía la falsa lección de callarnos la boca... escúchennos, carajo.
(Las estatuas y días comienza a cantar el estribillo del Himno Nacional Argentino:
Sean eternos los laureles
Que supimos conseguir
Coronados de gloria vivamos
O juremos con gloria morir.)

Estrenada en 1993, en la sala Pepino Ferraro del Comedor Escolar de Bolívar.
Con dirección del autor y el siguiente elenco: Marcelo Valdez, Marcela Larra, Patricia Galaz, Horacio Zárate, Betty Alba, Darío Recio, Carlos Maineri, Ana Gracia Jaureguiberry y Clarisa Piro.
Ternada en mejor actor y mejor presentación grupal en el VI Encuentro de Teatro Bolívar 93

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Datos personales

Nombre y apellido: Duilio Olmes Lanzoni Fecha de nacimiento: 3 de Julio de 1962 Bolívar pcia. de Buenos Aires Dirección: Alvear 325 Bolívar TE. (02314) 42-4095 // 15416051 // E-mail: duiliolanzoni@speedy.com.ar