ESTADO DE DERECHO

de Duilio O. Lanzoni

(Un lugar. Cualquier lugar. Una oficina, un banco. Escenografía a imaginación del puestita. Un cliente. Una empleada)
CLIENTE: Señorita, vengo porque me ha llegado hoy esta carta de ustedes diciéndome que estoy debiendo trescientos pesos... aparentemente de un saldo de una tarjeta de crédito.
EMPLEADA: Aha...
CLIENTE: Bueno, aquí viene una información detallada de mi deuda, que parece que arranca hace unos tres años... Y después, me han ido cargando intereses, más intereses, y bueno, de unos centavos que era el saldo original... se han hecho estos trescientos pesos...
EMPLEADA: ¿Y entonces?
CLIENTE: Bueno mire, el caso es que en mi vida he tenido una tarjeta de crédito...
EMPLEADA: ¿Y qué quiere que haga yo?
CLIENTE: ¿Cómo que qué quiero que haga? Que regularicen la situación. Yo sé que no es un problema generado por usted, pero bueno, vengo acá y quiero que me arreglen este tema...
EMPLEADA: Es muy simple, pague su deuda y el tema queda saldado.
CLIENTE: Mire, señorita, no quisiera perder la calma... Pero, en primer lugar me parece que no corresponde que yo pague una deuda que no generé, y en segundo lugar, creo – estoy seguro- que usted me esta tratando de mala manera...
EMPLEADA: Con el sueldo que cobro... ¿qué pretende?
CLIENTE: Lo que usted cobra no es mi problema...
EMPLEADA: Lo que usted debe tampoco lo es, y, sin embargo, me viene a reclamar.
CLIENTE: Óigame, usted es una maleducada...
EMPLEADA: Cierto... tuvo una pésima educación, bah, como usted... Este país desde hace rato que no tiene un buen programa educativo... No sabemos razonar, ¿a usted le enseñaron a estudiar en la escuela? Es obvio que soy una maleducada, y usted también...
CLIENTE: Me está tomando el pelo...
EMPLEADA: No, señor... Nada que ver...
CLIENTE: Bueno, entonces no de mas vueltas, no me conteste cosas que no le pregunto y resuélvame el problema...
EMPLEADA: ¿Cuál?
CLIENTE: ¿Cuál, qué?
EMPLEADA: ¿Cuál problema le resuelvo..?
CLIENTE: Ah, no tengo tiempo para esto...
EMPLEADA: Pero mire que gauchito... Mire si yo le voy a resolver su problema de falta de tiempo... Será cuestión de su organización personal... Y yo no soy ni su esposa ni su amante para saber cómo organiza usted su tiempo. Salvo, que usted tenga más de un trabajo, con lo cual estaría no sólo ganando muy buen dinero sino que, además, usted estaría quitando un puesto de trabajo, de los que tanto escasean.
CLIENTE: No se haga la viva, me está hartando usted... quiero que me arregle este problema de la deuda de la tarjeta de crédito que nunca tuve.
EMPLEADA: Pague, no sea roñoso, con dos laburos como tiene usted, ¿no va a poder pagar trescientos mangos?
CLIENTE: ¿Pero quién carajo le dijo que yo tengo dos trabajos...? Y aunque los tuviera, ¿por qué debería pagar algo que no me corresponde..?
EMPLEADA: Ah, claro, porque el señor tiene coronita... ¿No pagamos todos acaso, cosas que no nos corresponden? ¿Qué es la vida, sino pagar cuentas del pasado, karmas...?
CLIENTE: ¿Ahora, se me va a poner a filosofar?
EMPLEADA: ¿Qué, no puedo porque soy mujer? Es un machista, usted... Roñoso y machista...
CLIENTE: Usted es una desubicada, una mala empleada... una vergüenza... por gente como usted el país anda como anda...
EMPLEADA: Por gente como usted, no como yo. Robando puestos de trabajo, discriminando, no pagando las deudas...
CLIENTE:(Cada vez más exaltado) Mirá, nena... Si tenés ganas de joder... hacelo con otro, no conmigo...
EMPLEADA: ¿En qué sentido me lo dice?
CLIENTE: ¿Eh?
EMPLEADA: ¿En el sentido español de la acepción joder, o en el nuestro?
CLIENTE: Pero ¿qué carajo decís...?
EMPLEADA: En el sentido español, que vendría a ser fornicar... tengo ganas, no se lo voy a negar... Pero no me gusta discutir previamente, así que lo siento. No puedo complacerlo ahora... Si es en el sentido argentino, tampoco. No me gusta joder cuando trabajo...
CLIENTE: Vos estás mamada, o drogada...
EMPLEADA: ¡Señor, me está faltando el respeto!
CLIENTE: Ahora... yo... pero... porque no te vas a la mierda...
EMPLEADA: ¡Qué guarango, qué boca sucia, qué poco caballero!
(Pausa)
CLIENTE: Vamos a empezar de nuevo... vamos a hacer de cuenta que esto no pasó.
EMPLEADA: Bueno.
CLIENTE: Solucioname este problema, por favor.
EMPLEADA: ¿Qué problema?
CLIENTE: El de la tarjeta de crédito que me quieren cobrar...
EMPLEADA: Ah, no se de qué me habla.
CLIENTE: Pero si es lo que le expliqué al llegar.
EMPLEADA: No sé, usted me dijo recién que hiciera de cuenta que no había pasado lo anterior, y yo le hice caso... Por lo tanto, si no pasó, ¿cómo quiere que sepa qué fue lo que me dijo cuando llegó, si para mi llegó recién?
CLIENTE: Me vas a volver loco...
EMPLEADA: ¿Me lo dice como un halago?
CLIENTE: No, lo digo como una verdad... Quiero llegar a algo... y damos vueltas y vueltas con estupideces...
EMPLEADA: ¿Algo cómo? ¿Usted me dice llegar a algo conmigo por llevarme a la cama, o por casarse conmigo?
CLIENTE: ¿Cómo me voy a casar con vos si ya soy casado?
EMPLEADA: ¿Me está proponiendo que sea su amante?
CLIENTE: ¿Eh?
EMPLEADA: ¿O sólo quiere un rato de sexo y después se olvida que le di mi cuerpo, mi ilusión, mi esperanza? Al fin, todos los hombres son iguales, sólo quieren desahogar su calentura y no les importa lo que una sienta...
CLIENTE: ¡Basta! Te pido por favor... no sé qué es lo que pretendes, yo sé que no pienso pagar lo que no debo...
EMPLEADA: No le pensaba cobrar, señor, no soy una puta... Lo haría porque en el fondo usted me gusta. A pesar de que es un roñoso, un inconciente social, un maleducado... tiene un no se qué, un toque medio salvaje, medio animal que me excita... Aun a sabiendas de que me rompería el corazón...
CLIENTE: Por favor llamame a un superior...
EMPLEADA: ¿Superior a usted? Hay tantos... no sabría a quien llamar... Pero, para qué quiere que llame a un superior... ¿para compararse? Ya entiendo, usted quiere cambiar, quizás sí quiera casarse conmigo después de todo.
CLIENTE: Un jefe, un gerente, alguien que pueda resolver, que esté por encima de vos, y te aseguro que cuando venga, vas a perder las ganas de tomarme el pelo... te voy a hacer echar, vas a terminar en la calle... te lo aseguro.
EMPLEADA: Ah, mi jefe...
CLIENTE: Sí, carajo.
EMPLEADA: No tengo.
CLIENTE ¿Cómo que no tenés?
EMPLEADA: No tengo jefe, tengo jefa... ¿Es lo mismo?
CLIENTE: Sí, puta madre. Sí.... Llamala ya, ahora, en este momento.
EMPLEADA: Bueno, bueno, ya va... ¡qué carácter! (Grita hacia el fondo) ¡Señora... !
(Sobre el fondo, oscuro hasta el momento, se ve una escalera como de teatro de revistas. Por allí comienza a bajar la Jueza. En el tramo superior de la escalera se la verá vestida de gris, el viejo trajecito sastre. Pero al ir descendiendo comenzará un streap tease y llegará hasta la escena vestida -o desvestida- como una vedette)
JUEZA: ¿Qué pasa, qué es tan importante que debo interrumpir mi sesión de pedicuría?
EMPLEADA: El señor...
JUEZA: ¿El señor es importante, este ínfimo sujeto?
EMPLEADA: El señor quería que la llamara, señora. Y como usted sabe el cliente siempre tiene la razón.
JUEZA: ¿Cliente?
CLIENTE: (Esta demudado. No puede salir de su asombro. Mira a la Jueza sin comprender, pero a la vez sin poder apartar la vista de su casi desnudez) No entiendo nada, ¿quién es usted? ¿por qué está vestida así?
JUEZA: (Muy insinuante en torno a él, pero sin tocarlo) ¿Le molesta cómo me visto? ¿A usted qué le importa cómo me visto? Usted, seguro, debe ser otro de esos machistas según los cuales la mujer no puede hacer otra cosa que estar con delantal y ruleros en la cocina...
EMPLEADA: Yo pensaba eso...
JUEZA: ¿Se da cuenta, querida? Así son los hombres, una raza especial, difícil de entender... No entienden lo que son cosas de mujeres... De hecho los hombres son cosas de mujeres, por lo tanto no se entienden a sí mismos. Ergo, son estúpidos.
EMPLEADA: Claro, señora, usted ya sabe no se puede ni se debe hablar delante de ellos cosas que son exclusivas de nosotras...
JUEZA: Abajo los hombres.
EMPLEADA: Sí, abajo... me gusta más que vayan abajo...
JUEZA: Señorita, no se pase de la raya...
EMPLEADA: No, señora, discúlpeme.
JUEZA: Usted ya sabe que sólo la quiero para mí... no piense en el sexo idiota... ellos...
EMPLEADA: Perdóneme señora... la amo...
JUEZA: Te quiero, preciosa, pichiruchita de mamá.
CLIENTE: ¿Qué hacen ahora...? Bueno, no importa lo que hagan, no me interesa, quiero que me arreglen este problema de la tarjeta y me voy, y las dejo tranquila que hagan lo que quieran y sigan con su locura.
JUEZA: ¿Qué le pasa a este?
EMPLEADA: Es un impertinente, señora. Anda reclamando por una deuda en una tarjeta de crédito.
CLIENTE: Deuda que no es mía... Además, ni siquiera he tenido una tarjeta de crédito. Ya se lo dije, nunca he tenido una en mi vida... Yo nunca he querido ser bancarizado, señoras.
JUEZA: Ah, un rebelde, un subversivo. Un renegado del orden social.
CLIENTE: Pero no... Oigan, ¿pueden de una vez por todas resolverme este problema?
EMPLEADA: No sea maleducado.
JUEZA: ¿Usted sabe con quién está hablando?
CLIENTE: No tengo la menor idea, no sé. Se supone que usted es la jefa de ella. Se supone que es funcionaria de este banco...
JUEZA: ¿Banco?
CLIENTE: Este, esto, este lugar, este ámbito, es un puto banco.
JUEZA: ¡Un banco! (Ríe junto a la Empleada, en un estertor frenético) Esto no es un banco, señor... Esto es un tribunal de justicia... Y yo soy... ¡La Jueza! Yo juzgaré vuestra conducta, ya no sólo en este lugar y momento... Yo juzgaré su conducta para con la patria financiera que represento.
CLIENTE: ¿Qué dice ahora?
EMPLEADA: Dios, Patria Financiera y Hogar. Tradición, familia y propiedad privada. Señor, cálmese, seremos justos... Yo seré todo lo que falta, fiscal y abogada defensora, testigo y víctima. Siéntese allí. (La escena cambia a una especie de juzgado. La jueza coloca una capa negra sobre su vestuario de vedette)
JUEZA: Hable ahora, o calle para siempre... Sepa señor, antes de hablar, que aquí usted es absolutamente culpable hasta que demuestre lo contrario... ¿Por qué ha molestado el descanso de la justicia?
CLIENTE: Pero... ¿qué sucede acá?
EMPLEADA: Usted no trate de entender. El entendimiento no sirve en estos casos, hable, diga la verdad, así quizás podrá salvarse.
CLIENTE: Mire, señora...
JUEZA: No me mire a los ojos, atrevido...
CLIENTE: Discúlpeme... (baja la vista)
JUEZA: Pero mírelo al señor, me mira las tetas descaradamente... ¿Te gustan?
CLIENTE: No, perdón...
JUEZA: Ah, no te gustan... no te gustan... Seguro que pretende que sean más grandes, más paradas... Hombres, siempre mirándonos como objetos sexuales... Se está hundiendo señor, se está hundiendo con esas actitudes...
CLIENTE: Me gustan, me gustan, sólo quise decir que no se las miraba...
JUEZA: ¿Y cómo sabés que te gustan si no me las mirabas? Además, si me decís que te gustan es porque reconocés que me mirás como a un objeto sexual... Y quiero que le quede algo claro... ¡La justicia no se coje! ¿Me entendió?
CLIENTE: Sí...
EMPLEADA: Los hombres siempre miran, son un asco... Y los peores son los disimulados, te desnudan con la vista pero con cara de gente importante...
JUEZA: Seguro que luego dicen que estar a dieta no implica no mirar el menú. Obviemos esta impertinencia. ¡Hable!
CLIENTE: Todo lo que quiero decir es que vine hasta este... lugar... a reclamar por una deuda que me aparece, de 300 pesos, por una supuesta tarjeta de crédito que nunca tuve...
JUEZA: ¿Por qué?
CLIENTE: ¿Por qué, qué?
JUEZA: Por qué nunca tuvo una tarjeta de crédito...
CLIENTE: Bueno, siempre me he manejado con efectivo...
JUEZA: ¿Es efectivo?
CLIENTE: ¿Quién, yo?
JUEZA: No, mi hermano.
EMPLEADA: (Excitada) Sí, sí, su hermano es muy efectivo...
JUEZA: Degenerada, mi hermano es cura, y me prometió que sólo tenía relaciones con niños.
EMPLEADA: Yo era una niña entonces...
JUEZA: Entonces, está bien.
CLIENTE: ¿Qué es esto, por favor?
JUEZA: Un juicio, señor, un juicio injusto y singular, porque a nosotras se nos canta. ¿Su estado civil?
CLIENTE: Casado.
JUEZA: ¿Por qué?
CLIENTE: Porque me casé, me enamoré de una mujer...
JUEZA: No mienta.
CLIENTE: Soy casado, puede mirar mi documento y lo verá.
JUEZA: Miente cuando dice que se enamoró. Es una falacia, los hombres no son capaces de enamorarse.
CLIENTE: No es así... Yo me enamoré de mi mujer...
JUEZA: Demuéstrelo...
CLIENTE: ¿Qué me enamoré de mi mujer?
JUEZA: No, que es capaz de enamorarse.
CLIENTE: ¿Y cómo hago?
JUEZA: Enamórese de ella. (Por la empleada)
CLIENTE: ¿Eh?
EMPLEADA: Ay, qué lindo... me gusta este cliente... dele, enamórese de mí.
CLIENTE: ¿Pero cómo me voy a enamorar de ella?
JUEZA: Si no lo hace quedará demostrado que es una mentira que se enamoró de su mujer, y por ende si es capaz de mentir en algo tan importante, ¿por qué no mentiría en algo tan baladí como una tarjeta de crédito?
EMPLEADA: ¿Yo no le gusto?
CLIENTE: Usted es linda, no pasa por allí. Entiendan que yo estoy casado y quiero a mi esposa.
JUEZA: Declaro solemnemente que este preciso momento usted está divorciado. ¿Tiene hijos?
CLIENTE: Sí.
JUEZA: Pues el juicio por la tenencia responde a otra instancia que oportunamente se instrumentará y que permitirá el eficiente y remunerado trabajo de otros colegas, pero en tanto usted ya no está casado. Y si se divorció es porque ya no quiere más a su mujer. Pero no se deprima. Salga, la vida continúa. Forme una nueva familia. Mire, esa chica... lo mira con deseo, me parece que gusta de usted. Le ordeno que se enamore de ella.
CLIENTE: Hola.
EMPLEADA: Hola.
CLIENTE: ¿Venís seguido por acá?
EMPLEADA: Todos los días, de 9.45 a 17.15. Laburo acá.
CLIENTE: ¿Querés tomar algo?
EMPLEADA: No, gracias. (A la Jueza) Va lento así. Este tipo hace años que no sale de levante.
CLIENTE: Sos muy linda, ¿sabés?
EMPLEADA: Si, ya sabía. Me lo dicen seguido, así que he terminado por creérmelo.
CLIENTE: Tenés unos ojos lindísimos.
EMPLEADA: Gracias...
CLIENTE: Creo que podría llegar a enamorarme de vos.
EMPLEADA: Ay, tonto, pero si recién nos conocemos.
CLIENTE: No importa, lo percibo... Me doy cuenta. Es por tu piel, o tu mirada... O tu cuerpo, no sé... Lo que sé es que siento algo dentro de mí... Como una punzada aquí en el estómago, una señal quizás que me dice que vos sos la mujer con la que siempre soñé...
EMPLEADA: ¡Qué cosas dice!
CLIENTE: Te quiero...
EMPLEADA: Ese verso lo conozco, vos me decís que me querés para encamarte conmigo, después te vas y si te he visto no me acuerdo... Eso conmigo, no va.
CLIENTE: Te amo, enloquecidamente, te deseo, te necesito... te amo, te amo, te amo... (La persigue arrodillado, la Empleada se mantiene siempre a un paso de distancia) No me rechaces, por favor...
EMPLEADA: ¿Te casarías conmigo?
CLIENTE: Si, porque te amo.
EMPLEADA (Arrojándose sobre él) ¡Haceme un hijo, papito! (A horcajadas sobre el Cliente, finge un muy fílmico orgasmo, con gritos y pelo agitado) Me embarazó, señora, me embarazó... Y ahora, ¿qué hacemos? ¿Lo tenemos, te hacés cargo del fruto de tu placer?
CLIENTE: ¿La embaracé?
EMPLEADA: Casémonos, no quiero ser la oveja negra de mi familia. Sólo mi abuela me tuvo a mí de soltera. No quiero repetir su historia...
JUEZA: Señor cliente, ¿acepta por esposa a la señorita empleada, prometiendo protegerla, quererla, cuidarla, pagarle sus gastos, no celarla, dejándola salir con sus amigas a contarse cosas de mujeres, teniendo sexo sólo cuando ella quiera, respetando sus silencios, escuchando lo que quiera decirle sin interrumpirla y ayudándola en la tarea del hogar?
CLIENTE: Sí, juro.
JUEZA: Si así no lo hiciere, dios y la patria se lo demanden... ¿Y usted señorita empleada, acepta a este hombre por esposo, para quererlo un poco si no queda otro remedio?
EMPLEADA: Bueno, está bien.
JUEZA: Si no puede hacerlo, tiene derecho a un amante o dos... Por este acto los declaro marido y mujer... Pueden besarse.
EMPLEADA: (Al Cliente, que intenta besarla) Salí ahora no quiero... Estoy preñadita... No me toques...
JUEZA: ¿Por qué se enamoró de ella?
CLIENTE: Porque usted me lo ordenó.
JUEZA: Maricón, al final. Es un pusilánime que hace lo que le ordenan... ¿Qué espera ahora?
CLIENTE: No sé qué esperar, usted me está juzgando... me divorcié, me volví a casar, espero un hijo...
JUEZA: No pretenda conmoverme... A ver, señora fiscal, ¿de qué se lo acusa?
EMPLEADA: El reo llegó a este lugar de mal talante, portando un resumen de cuenta en donde consta que debe 300 pesos a la entidad bancaria. Con malas artes trató de convencerme de que eso no era así, luego irritado por mis explicaciones terminó violándome, a tal punto que espero un hijo del acusado... Este hecho no es tan relevante ya que tengo otros hijos que se alegrarán de la llegada de un hermano. El dolo del señor está en su capacidad para la mentira y la negación y su rebeldía para con el sistema.
JUEZA: ¿Qué dice a eso?
EMPLEADA: Objeto lo que acabo de decir... Cuando hablé anteriormente lo hice como fiscal y ahora quiero hacerlo como abogada defensora...
JUEZA: Hable pues, hasta los más imbéciles tienen derecho a defensa.
EMPLEADA: El señor obra así por irresponsabilidad. Él no sabe que tiene una obligación moral para con la sociedad que lo alberga. Todos debemos tener chequeras y tarjetas de crédito. Todos debemos endeudarnos, el dinero más valioso es el que no existe, porque nadie se hace de él y todos lo necesitan. Por lo tanto, el señor debe reconocer que quien hubiere cometido el error de adjudicarle una deuda que no le corresponde, en realidad estaba haciéndole un favor, incorporándolo al sistema, al redil de los que deambulan en las colas de los bancos cumpliendo con la diaria responsabilidad de aportar un dígito a las estadísticas. Además, el tipo está fuerte, me gusta y podría llegar a servirme como marido...
Los dos anteriores se vencieron.
JUEZA: He escuchado con suma atención los argumentos de la fiscal y de la abogada defensora, ¿usted tiene algo que declarar?
CLIENTE: Exijo, necesito, es menester que se me dé un descanso, señoría... Necesito aunque más no fuere un pedacito de realidad para no enloquecer.
JUEZA: Señor, como reo juzgado que es en este momento tiene suprimido lo cotidiano, esta es su realidad. No confunda los términos. Usted se siente perdido por haber perdido lo cotidiano, no lo real. Las cosas vanas que lo rodean y que le permiten creer que usted es un ser normal. Cuando eso es suprimido usted comprende su pequeñez... Lo siento, no puedo concederle un escape hacia lo que usted conoce, como lo dije es culpable hasta que demuestre lo contrario... Declare...
CLIENTE: Todo lo que puedo decir es que entré a este... lugar... para reclamar por algo que no corresponde. Si me he equivocado en mi vida, no ha sido precisamente por reclamar lo que considero justo...
JUEZA: Sólo yo puedo determinar lo justo, es mi potestad... ¿Es creyente?
CLIENTE: Mínimamente.
JUEZA: ¿Se da cuenta? ¿No entiende que para formar parte del sistema debe hacer un acto de fe?
CLIENTE: Creo entonces.
JUEZA: ¿En qué?
CLIENTE: En lo que usted me diga.
JUEZA: Crea en mis tetas. Adórelas, conviértalas en sus diosas.
CLIENTE: Tetas nuestras que están en el torso, alabado sea el corpiño que las sostiene, danos la leche nuestra de cada día, y déjenme succionar vuestros pezones así como dejo a la empleada succionar los míos...
JUEZA: No sea idiota... no haga todo lo que le digo, no crea en todo. Todo debe ser puesto en duda, al fin y al cabo usted sólo se rebela contra el sistema cuando es fácil, cuando sólo debe utilizar sus palabras y vociferar por allí, cuando no hace falta la acción. Pero luego es capaz de la estupidez más grande sólo para complacer al poder.
CLIENTE; Sólo quiero salir de esta situación.
EMPLEADA: ¿Me querés?
CLIENTE: Sí, te quiero.
EMPLEADA: ¿Y a tu hijito, lo querés?
CLIENTE: Claro, mi cielo...
EMPLEADA: Besame la pancita, así lo besás a él. (El Cliente lo hace) Pero ya no me deseás, ¿verdad?
CLIENTE: No, ¿cómo me decís eso?, es que me están juzgando y no estoy como para pensar en eso, ahora.
EMPLEADA (Rompiendo a llorar): Sos igual a todos, ya no me querés más. A todos se les acaba el amor a los seis meses, sólo es calentura...
CLIENTE: Pero mi vida, si hace sólo unos minutos que estamos juntos....
EMPLEADA: ¡Peor! Sos una basura... Señora, me quiero divorciar...
JUEZA: ¿Por qué?
EMPLEADA: No me quiere más, le doy asco porque estoy embarazada.
CLIENTE: Es mentira, eso...
EMPLEADA: ¡Y me trata de mentirosa!
JUEZA: Los hombres son todos iguales... Divorciada estás, hijita. No te merecés a una alimaña como esa... Vení abrazame fuerte, volvamos a ser amantes como antes de que apareciera esta rata. (Se abrazan con pasión y cierta lascividad) ¿Qué mira, usted? ¿Le molestan las parejas homosexuales?
CLIENTE: No, es que...
JUEZA: ¿O yo te caliento?
CLIENTE: Pero...
JUEZA: ¿Te calienta verme así vestida, es eso?
CLIENTE: Señora, no dije nada...
JUEZA: Vení, papito (repite la escena anterior de la Empleada, saltando sobre él, y fingiendo un coito con gritos muy agudos) Me embarazó, me embarazó...
EMPLEADA: ¿A usted también?
JUEZA: Sí, el hijo de puta es un semental...Estoy preñada, estoy preñada...Espero, al fin mi primer hijo... Te quiero, a los dos los quiero...
CLIENTE: ¿La embaracé a usted también? Pero, ¿cómo? No me di cuenta...
JUEZA: No importa, soy feliz. La gravidez me pone en estado de gracia. Pero no quiero casarme con usted. Seguiré mi pareja con ella y ambas seremos madres casi al mismo tiempo.
CLIENTE: Me alegra que esté contenta, señora... No sabía que embarazándola lograría tal cambio en su persona.
EMPLEADA: ¿Y yo, nadie me tiene en cuenta? Mírenme, divorciada, preñada... ¿qué será de mi vida?
CLIENTE: Yo estaré a tu lado, yo te amo...
EMPLEADA: Callate, porquería, estás esperando hijos con dos mujeres distintas y decís que me amás...
CLIENTE: Sólo te quiero a vos...
JUEZA: ¿Y yo? ¿Sólo fui una cosa para desahogarse las pasiones? ¿Eso hay que esperar de los hombres? Me usó... y me abandona...
CLIENTE: A usted también la quiero, señora...
JUEZA: Decime que me querés...
CLIENTE: Te quiero.
EMPLEADA: ¿Y a mí?
CLIENTE: Te quiero.
JUEZA: Más...
CLIENTE: Te amo.
EMPLEADA: ¿Y yo?
CLIENTE: Te amo.
JUEZA: A mí, a mí...
EMPLEADA: A mí, a mí...
CLIENTE: Te amo, te amo... las amo...
JUEZA Y EMPLEADA: ¿Nos ama?
CLIENTE: Sí.
JUEZA Y EMPLEADA: ¡Bígamo!
CLIENTE: Pero, si ambas esperan hijos míos, las amo a ambas...
JUEZA: Este hombre no tiene remedio... Siéntese...
CLIENTE: No te agites mi amor...
JUEZA: ¡Cállese, estúpido!
CLIENTE: (A la Empleada) Pero mi amor, mirá lo que me dice mi amor...
EMPLEADA: Ya está bien señor... no se ponga cursi encima...
JUEZA: ¿Cómo vamos a estar embarazadas?
CLIENTE: ¿No?
JUEZA: ¿No se da cuenta? Todo forma parte del proceso, comprobamos empíricamente su increíble labilidad emocional. Usted, como todos los hombres, se olvidó de su mujer real ante la mínima posibilidad de tener sexo con otra, y no sólo eso: se enamoró de ambas.
EMPLEADA: Es un desastre, el tipo.
CLIENTE: ¿No esperan hijos míos, entonces?
EMPLEADA: No señor, tengo cruzadas las trompas.
CLIENTE: (Sollozando) Pero, yo me había imaginado ya que tendríamos a esos niños, los veía crecer, ser alguien en el mundo... Siendo banqueros, por ejemplo.
EMPLEADA: ¡Patético!
JUEZA: Por lo tanto, continuaremos la normal marcha de este juicio con pruebas fehacientes de su inestabilidad, su capacidad no sólo para mentir sino para adaptarse a las circunstancias más insólitas. Esto hablaría de una peligrosa inteligencia.
EMPLEADA: Señora...
JUEZA: ¿Qué?
EMPLEADA: Son cinco menos cuarto, ya.
JUEZA: Nos tenemos que apurar entonces.
CLIENTE: ¿Con qué?
JUEZA: Señorita empleada. ¿tiene algo que agregar?
EMPLEADA: Señora, considerando lo visto, creo que el reo tiene algunos atenuantes. Una cierta inocencia no exenta de romanticismo, una rebeldía oculta, pero rebeldía al fin, yo le pediría señora, cierta indulgencia para con el acusado.
JUEZA: ¿Usted tiene algún sentimiento hacia el reo?
EMPLEADA (Se sienta en la falda del Cliente) Y... es simpático... Está bastante fuerte... Un poquito, no demasiado, pero lo quiero...
JUEZA: Ay, la juventud... No sea tonta, hijita, es un procesado... No tiene futuro con él. Use la cabeza, no el corazón...
EMPLEADA: ¿Usted no lo quiere aunque sea un poquito?
JUEZA: Sólo como el padre de mi hijo por venir.
CLIENTE: ¿Entonces...? ¿Están embarazadas?
JUEZA: Cayó otra vez... ¿me comprende, señorita, lo que le digo?
EMPLEADA: Sí, lamentablemente lo comprendo. Los hombres creen todas las mentiras que les decimos. No son confiables, no son capaces de contenernos.
JUEZA: Muy bien, va entendiendo...
CLIENTE: Bueno, basta, se acabó. Terminen con esta farsa, par de locas... Putas de mierda... Yo vine acá, a este banco del orto a arreglar ese robo que me está haciendo, no pienso pagar esos 300 pesos, no pienso. Hagan lo que quieran, no me importa. Pero me harté de toda esta basura posmoderna del juicio y las realidades yuxtapuestas. Reclamo por mi dignidad, reclamo porque tengo el derecho de reclamar, y tengo el derecho de ir a instancias superiores y hacer saber toda esta locura. Nadie debe obedecer sólo por obedecer, y nadie debe pagar sólo porque esté en letras de molde en una factura. Reclamo en nombre del sentido común. Esta farsa se terminó (Queda parado cual James Bond, con ambas mujeres abrazadas a sus piernas como en un poster del citado personaje)
EMPLEADA: ¿Cómo era tu nombre?
CLIENTE: Mastandrea, Jaime Mastandrea.
JUEZA: Macho.
EMPLEADA: Potro.
CLIENTE: Y ahora mismo me voy al reverendo carajo...
JUEZA: Sentate ahí (Entre ambas lo obligan a volver a sentarse en el banquillo de los acusados) Un segundo de dignidad no salva una vida de ignominia. Yo, por el poder que me ha sido conferido, juzgo y determino... El ciudadano... ¿cómo dijo que se llamaba?
EMPLEADA: Jaime... algo...
JUEZA: Bueno... el ciudadano Jaime... ha sido encontrado culpable de todos los cargos por los que se lo ha juzgado... Mentira, enamoramiento, violación, incumplimiento de deudas, paternidad no asumida, sentido común, rebeldía, abandono del hogar, desacato a la autoridad bancaria, penetración de una funcionaria pública...
CLIENTE: ¡Basta, carajo!
JUEZA: Hágalo callar, señorita...
EMPLEADA: Sí, señora... (Se saca la bombacha y la pone en la boca del Cliente, ahogándolo, el Cliente desesperado intenta escapar. Lo inmovilizan bajándole los pantalones y trabándolo con su propia camisa, semidesnudo e inmovilizado comienza a sollozar)
JUEZA: Agrego a los cargos que usa slips en vez de boxer...
EMPLEADA: Totalmente, es de lo peor.
JUEZA: Por lo tanto, en pleno uso de mis facultades condeno al reo a la pena de muerte, la que será ejecutada ipso facto...
EMPLEADA: Un tiro...
JUEZA: No.
EMPLEADA: ¿Lo ahorcamos?
JUEZA: No.
EMPLEADA: ¿Veneno?
JUEZA: Tampoco.
EMPLEADA: Ya está, le cortamos la cabeza con la guillotina de los papeles.
JUEZA: No.
EMPLEADA: Le cortamos las venas y lo dejamos desangrar.
JUEZA: No, no.
EMPLEADA: ¿Lo empalamos?
JUEZA: No.
EMPLEADA: Lo tengo, lo tengo... (Dice lo siguiente como si fuese una receta de cocina) Lo untamos bien con mermelada, muy parejo, una capa delgada, fina... Luego lo desnudamos completamente y lo ponemos sobre un hormiguero para que las hormiguitas hagan su pertinaz tarea hasta que sólo dejen sus huesos.
JUEZA: He de decirle que es muy imaginativo lo suyo, pero no...
EMPLEADA: ¿Y entonces?
JUEZA: Le diré lo que vamos a hacer... A ver qué le parece... Lo matamos a puro sexo...
EMPLEADA: ¿Eh?
JUEZA: Lo secamos, lo agotamos, le provocamos un infarto por sexo descontrolado...
EMPLEADA: Genial, sencillamente genial.
JUEZA: Por algo estoy donde estoy... ¿no le parece?
EMPLEADA: Me inclino ante usted, señora...
JUEZA: Bueno, basta de cháchara y procedamos...
(Entre ambas comienzan a arrastrarlo fuera del escenario, mientras lo hacen las dos se van quitando la ropa. Los tres desaparecen de la escena. Se oyen gritos y jadeos de las mujeres durante un tiempo prudencial. Luego un grito desgarrador del hombre que se convierte en un estertor. Luego, silencio. Tras una pausa, reaparecen la Jueza y la Empleada vestidas con ropa normal, prestas a irse)
EMPLEADA: Cinco y cuarto, Mercedes, se terminó otra semana de laburo, por fin.
JUEZA: Ay, sí Patricia, no sé a vos, pero a mi se me hizo larguísima.
EMPLEADA: Y sí, cuando cobran los jubilados se pone más pesado esto... ¿Qué tenés planeado para el fin de semana?
JUEZA: Mañana vamos a la cena de los empleados de comercio con mi marido y los chicos, y el domingo no sé; aquél se va a mirar el fútbol al club, así que aprovecharé para acomodar un poco el jardín y coser unas cuantas cosas que tengo pendientes. ¿Vos?
EMPLEADA: Viene mi suegra a cenar...
JUEZA: Uy, qué mal... ¿y qué vas a preparar?
EMPLEADA: No sé, ni idea...Ya veré, si total la vieja de mierda me va a criticar igual...Che, ¿no querés que te llame el domingo así vamos al parque?
JUEZA: Dale, estaría bueno... Ojalá esté lindo el fin de semana, estoy podrida de que siempre llueve o está nublado...
EMPLEADA: Sí, totalmente, que no llueva, que encima tengo estibas de ropa para lavar... Bueno... ¿vamos?
JUEZA: Dale, vámonos de una vez. (Comienzan a irse)
EMPLEADA: ¡Mercedes!
JUEZA: ¿Qué?
EMPLEADA (Poniendo su mano en la panza) ¡Se movió!
JUEZA: ¡El mío también!
(Ambas ponen una mano en la panza de la otra. Sonríen, tiernas y embelesadas. Oscurecimiento final)

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Nombre y apellido: Duilio Olmes Lanzoni Fecha de nacimiento: 3 de Julio de 1962 Bolívar pcia. de Buenos Aires Dirección: Alvear 325 Bolívar TE. (02314) 42-4095 // 15416051 // E-mail: duiliolanzoni@speedy.com.ar