CARROZAS DE PRIMAVERA


Personajes
Julia Balieska (Jefa de Redacción)
Sergio Salani (Periodista deportivo)
Oscar Salerno (Dueño de un multimedio)

(La escena en la oficina de la Jefa de Redacción de algún diario. Ella está trabajando en su computadora. Hay papeles y un organizado desorden. Ingresa Sergio Salani. Lleva un bolso maletín  colgado)
SERGIO: Buenas. ¿Cómo anda la jefa?
JULIA: ¡Sergio! ¿Qué hacés por acá a estas horas y un martes?
SERGIO: ¿Mucho laburo?
JULIA: Si. Lo de siempre. Estaba viendo que va en primera en la edición de mañana…
SERGIO: ¿Y qué vas a poner?
JULIA: Como no hay gran cosa estaba armando la tapa con las fotos de las carrozas que desfilaron el día del Estudiante. El fin de semana eligen a la ganadora. Además es un buen argumento de ventas, como se dice ahora. Pero no me contestaste la pregunta.
SERGIO: ¿Qué qué hago acá a esta hora y un martes?
JULIA: Eso mismo.
SERGIO: ¿Por qué, no puedo venir a esta hora?
JULIA: No dije que no pudieras. Solo me extraña. Hoy no tenés ni fútbol, ni básquet, ni carreras y no creo que vengas a traer la información de bochas. Además, últimamente me mandás todo por mail.
SERGIO: Si, es más práctico.
JULIA: ¿O estás de pasada rumbo al boliche?
SERGIO: ¿Y eso?
JULIA: Nada que no sepamos, Sergio. ¿No pasás la mayor parte de tu tiempo o acá y -sobre todo- en el bar de al lado?
SERGIO: No sé. ¿Me estás queriendo decir algo?
JULIA: Que me parece que tomás demasiado, Sergio. Ojo, no me estoy poniendo en moralista ni nada que se le parezca, ni siquiera te lo digo como tu jefa. Tomalo como una observación de amiga, o algo parecido… En todo caso, cada cual hace de su culo un pito, pero tratá de cuidarte, ¿si?
SERGIO: Está bien. Pero me parece que no es para tanto. Yo no soy un alcohólico, Julia. Lo mío es otra cosa. ¿Vos sabías que sufro de pánico?
JULIA: No.
SERGIO: Me dan pánico las multitudes, los ambientes cerrados, las concentraciones.
JULIA: ¿Ah, si? ¿Y qué sentís?
SERGIO: Que me ahogo, que se me cierran los pulmones. Me entro a marear y me parece que no podré respirar más.
JULIA: Tendrías que ver a un psicólogo. ¿Pero qué tiene que ver?
SERGIO: Relacioná. Soy periodista deportivo, en mala hora. La mayoría de los lugares a los que voy están llenos de gente. Me asfixio en la cabina o en la tribuna. La única forma de bancarme la situación es si tomo algo, ¿te das cuenta?
JULIA: Original… no te lo voy a negar.
SERGIO: Pero es la verdad, Julia. Es la única manera de soportar esos ataques de pánico.
JULIA: ¿No es menos dañino un psicólogo que un vaso de whisky?
SERGIO: Habría que verlo.
JULIA: Bueno, en resumen, ahora entiendo porque escribís como escribís. Sobre todo los comentarios de fútbol.
SERGIO: Muy amable. Pero tiene que ver con que estoy podrido de escribir sobre deportes, llevo 15 años haciendo la misma mierda.
JULIA: Como sea. Eso es tema de Oscar, no mío, sigo sin saber qué hacés por acá.
SERGIO: Te traigo la primera. Y no sólo la portada, te traigo la noticia del año, de la década. Te digo más, de acá saltamos a los medios nacionales.
JULIA: ¿Qué pasa? ¿Tenés fotos de una orgía del equipo de hockey femenino? ¿Algún boxeador labura por las noches de travesti? ¿Qué sería tan importante en el deporte de este pueblo del orto?
SERGIO: ¿Es la hora o siempre sos tan cínica vos? No es de deporte.
JULIA: ¿Ah, no?
SERGIO: No, señora. Mi vida no pasa por el deporte. Yo soy un periodista, Julia, no soy simplemente un periodista deportivo. Soy un tipo inquieto, incisivo.
JULIA: Pará un poco, Sergio. Cortala con el autobombo, a ver ¿qué mierda es lo que te traes? Tratá de que no sea una boludez porque, como habrás podido apreciar, estoy laburando. Ya terminé el recreo. Decime, dejá de crear suspenso.
SERGIO: Sé quien mató a Ramírez.
JULIA: A… ¿Ramírez?
SERGIO: Si, señora, a Horacio Ramírez.
JULIA: Ya sé quién es… quien era.
SERGIO: Y, ¿qué tal?
JULIA: ¿Vos sos boludo, estás borracho o me estás tomando el pelo?
SERGIO: ¿Perdón?
JULIA: (Busca unas anotaciones) Horacio Ramírez, militante de izquierda de 35 años, conocido como el Negro Ramírez, dirigente sindical del gremio municipal, activo integrante de distintas agrupaciones barriales y de derechos humanos. Encontrado muerto el 20 de agosto de este año en una zanja del Parque Municipal, presentando 5 balazos en el tórax y uno en la cabeza, se cree que habría sido asesinado el mismo día… El 23 de agosto la policía local detiene a José Cabrera, de 19 años, sin ocupación conocida, domiciliado en Monseñor Grondona sin número del barrio de Villa Rubí quien confiesa que queriendo robar a la víctima, esta se defiende por lo que en la lucha termina asesinándolo… El 23 de agosto, Salani, el 23 de agosto a la mañana lo detuvieron, lo publicamos el 24 y hoy es 18 de septiembre. ¡Y vos me traes la noticia hoy!
SERGIO: ¿Todo lo que publicamos es la verdad?
JULIA: No tengo tiempo para seguir atendiéndote. Andá a joder a otro, haceme el favor.
SERGIO: José Cabrera era un perejil. Un pendejo con antecedentes. Un gil necesario para cargarle la mochila de un asesinato. Alguien sin apellido, sin billetera y al que, en definitiva, le daba lo mismo ser el asesino de Ramírez. Pero él no fue.
JULIA: ¿Qué decís?
SERGIO: Te digo, y lo afirmo con pruebas que el que mató a Ramírez no fue Cabrera, el que lo hizo fue el Fino Ponce.
JULIA: ¿Quién?
SERGIO: El Fino Oscar Ponce, la mismísima mano derecha del diputado Correa. De nuestro simpático, dicharachero y corrupto diputado Roberto Correa.
JULIA: No, si sé perfectamente quién es el Fino Ponce, solo que… ¿estás seguro, total y absolutamente seguro de lo que decís?
SERGIO: Como de llamarme Sergio Salani, mi querida Julia.
JULIA: ¿Y cómo llegás vos, Sergio Salani,  a semejante conclusión y noticia?
SERGIO: No sé si recordás que en este mundo hay algo llamado investigación.
JULIA: No me jodas, Sergio.
SERGIO: No te jodo. Escuché algo en el bar hace unos días. Y bueno, las copas hacen que la gente se amigue y cuente. Y ya que cuentan, te demuestran y te dan hasta fotos. (Saca unos papeles de su maletín) ¿Ves? Primero acá esta hablando Ponce con Correa. Fijate la ropa. Con la misma ropa lo ves a Ponce con Ramírez, parece que es en la calle. Eso no dice nada, ¿verdad? Bueno, acá lo podés ver a Ponce sacar una pistola o un revólver, nunca supe la diferencia entre ambas. Y acá hasta podés ver el fogonazo, mientras se ve cómo cae el Negro Ramírez. Te diría, por la calidad de las fotos, que están sacadas con un celular. ¿Qué te parece?
JULIA: No sé. Podrían estar trucadas, ¿no te parece? Es muy fuerte esto, Sergio. Además, así sin nada. ¿Por qué lo mataría?
SERGIO: Digo, y lo infiero, que Ramírez sabía algo de Correa.
JULIA: Todos sabemos algo de Correa, y no por eso nos va a mandar al Fino a limpiarnos.
SERGIO: Acordate que Correa está gestionando la instalación de un fábrica de dulces para el pueblo y que además está el tema de la licitación para la pavimentación de la ruta. Ramírez tenía reparos por el tema de la fábrica, sobre todo por la precariedad del trabajo para la gente que entrara a laburar. Acordate que el 3 de agosto Ramírez firmó una solicitada con toda la mesa político sindical en contra del proyecto. Para mi esa es la clave.
JULIA: Ni pelota le dio Correa a la solicitada. Nunca le da bola a esas cosas. Tendría que ser algo más grave.
SERGIO: No sé. Ponele que Ramírez tuviera pruebas concretas de que Correa se llevaba una cometa enorme o algo por el estilo. De todas formas, son especulaciones.
JULIA: Justamente, no podemos poner hipótesis o especulaciones a una situación de este tipo.
SERGIO ¿Y qué importancia tiene? Tenemos las fotos. Armamos un texto ambiguo. Que después el fiscal y los milicos laburen para averiguar el móvil. No es nuestra función.
(Suena un teléfono. Julia atiende)
JULIA: Pedro. ¿Estás esperando que te mande la primera? ¿Me aguantás un rato? Tengo unas dudas y no terminé de armarla. Esperame un poco con la composición. Yo te llamo ¿puede ser? Gracias, Pedro. (Cuelga. Mira a Sergio) No sé. Estoy confundida. Me falla el instinto.
SERGIO: ¿No te parece un bombazo la noticia?
JULIA: Si, pero puede ser una bomba que nos estalle en la mano, ¿no te parece?
(Ingresa Oscar)
OSCAR: Pero si son mis dos periodistas preferidos. ¿Cómo andan Carl Bernstein y Bob Woodward? ¿Están buscando su Watergate?
SERGIO: Ya lo encontramos.
JULIA: No podría haber venido en mejor momento, Oscar. Necesitamos su decisión.
OSCAR: ¿Qué pasó?
JULIA: Escuche lo que va a decirle y mostrarle Sergio.
OSCAR: ¿Qué pasa, gaucho? (Pasándole una mano por el hombro, amistoso) ¿Qué tiene de importante mi compañerito de la secundaria, a ver?
SERGIO: La muerte de Ramírez.
OSCAR: Julia, ¿con qué íbamos en primera?
JULIA: Con las carrozas del día del estudiante.
OSCAR: ¿Sale la nota al intendente?
JULIA: No, era muy larga y no dice nada importante. La dejamos para el jueves que estamos más vacíos. Hoy tenemos todo el detalle de bautismos y casamientos así que estamos bien.
OSCAR: Bueno, pero anda anunciándola. ¿Qué pasa con Ramírez, Sergio?
SERGIO: Vamos a informar quién mató a Ramírez.
OSCAR: ¡Qué bueno! ¡Espectacular! Lástima que ya lo informamos hace como un mes, ¿no? ¡Qué Salani este Sergio! Era buen alumno este, ¿sabés Julia? Medio discutidor, pero buen alumno.
SERGIO: Tomame en serio, Oscar. Acá y por todos lados se dijo que Cabrera mató a Ramírez, y yo tengo pruebas de qué no fue así.
OSCAR: ¿No?
SERGIO: Mirá estas fotos. Con este material se demuestra que fue el Fino Oscar Ponce el que mató al Negro Ramírez. No hace falta ser muy perspicaz para sumar dos más dos y concluir que el diputado Correa es el autor intelectual del asesinato.
OSCAR: (Observando las fotos) ¿Te parece? ¿Y por qué haría una cosa así?
SERGIO: Para callarlo. Seguro que el Negro sabía de algún chanchullo con el tema de la fábrica o el tema de la ruta. Pero no es necesario que especulemos, es cuestión de publicar las fotos y que después se siga la investigación que corresponda.
OSCAR: No se ve mucho en estas fotos.
SERGIO: Pero sí lo suficiente como para que la gente vea lo importante.
OSCAR: Y, decime una cosa, ¿cuándo pasaste de deportes a policiales, vos? Porque yo, que me acuerde, no he hecho tal traslado.
SERGIO: ¿Y eso qué tiene que ver?
OSCAR: ¿De dónde sacaste la información?
SERGIO: Investigación, contactos. Periodismo en definitiva.
OSCAR: ¡Pero miralo vos a Sergio Salani! ¡A la búsqueda del Pullitzer! Pero te aclaro que ese premio lo entregan en los EE.UU solamente. Así que el encargado de cubrir el deporte local se me ha convertido en un perro de presa de la investigación. ¡Qué maravilla! ¡Qué Salani este Sergio!
SERGIO: Cómo te gusta forrear a la gente, ¿eh?
JULIA: Bueno, ¿qué hacemos, Oscar? ¿Cambiamos la primera? ¿Mandamos las fotos?
OSCAR: Carrozas del día de Primavera había en portada y carrozas seguirá habiendo.
SERGIO: ¿Qué decís?
OSCAR: Digo que por ahora no vamos a publicar nada de esto.
SERGIO: ¿Y por qué?
OSCAR: Mirá, Sergio, esto es material pesado. Denso. Es medio arriesgado y jodido que salgamos con esto en la edición de mañana. Se nos puede transformar en un boomerang. ¿Y si las fotos están trucadas? Además, ¿de dónde sacaste esto, me lo podés explicar?
SERGIO: Un buen periodista no revela sus fuentes.
OSCAR: No me rompas las pelotas con frases de manual, Sergio. A ver, pensemos un poco, quiero saber si se puede confiar en el que te dio este material. Es una regla básica tambien. No es joda esto, no es un trascendido del fútbol, viejo. Estamos hablando de un asesinato, al que le estaríamos dando una clara connotación política o mafiosa, ¿me entendés?
SERGIO: En el bar. Ahí me dieron esto. Pongamos que un amigo. No importa quién y por qué.
OSCAR: Bueno. Historia de borrachos, entonces.
SERGIO: ¿Qué pasa, me estás tratando de borracho?
OSCAR: No, viejo. No seas tan susceptible. Pero con los datos que tirás y estas fotos de mierda yo no me arriesgo.
JULIA: Es cierto, Sergio. Es muy débil lo que tendríamos. Sería como demasiado amarillo. Además, no me cierra esta historia de que Ramírez conocía algún negociado turbio de Correa. ¿Qué clase de pruebas tendría que haber tenido el Negro para que el diputado lo haya mandado a matar?
SERGIO: Eso también es una especulación.
OSCAR: Pero tiene razón Julia, Sergio querido. Vamos a decir las cosas como son: Ramírez fue siempre un petardista, un zurdito sin sustento. Mucho voluntarismo y poca materia gris. El gritaba y se hacía el malo porque sabía que nunca tendría ni un pedacito de poder. Como siempre he dicho, Ramírez como político era muy bueno para voltearse minas. Un tipo de cabeza dura y bragueta blanda.
SERGIO: Si Ramírez se encamaba con medio pueblo no es nuestro problema. El tema es que al tipo lo limpiaron y que hay un perejil preso, que no tuvo nada que ver.
OSCAR: ¿Y vos pensás que es injusto que Cabrera esté preso? Si, hipotéticamente, no mató a Ramírez se ha mandado tantas otras cagadas que igual se está haciendo justicia.
SERGIO: O sea, no te animás a publicarlo.
OSCAR: No seas pelotudo, Sergio. No es que no me animo. Es que lo que traes no sirve.
SERGIO: Estoy seguro que a alguien le podrá interesar.
OSCAR: ¿Qué te pasa? ¿Me estás presionando? Hace una cosa, llevalo a la tele, llevalo a la radio… Eso si, te quiero recordar que el circuito cerrado, la radio AM, la radio FM, y hasta los coches que andan con la publicidad rodante en este pueblo, son míos. ¿Querés llevarlo a algún medio nacional? Me van a consultar a mi. ¿Querés ponerlo en algun blog, facebook o como mierda se llamen esas cosas? Nadie te va a creer. Internet es muy lindo y quizás en 10 años o menos supere a todo lo otro, pero la gente cree lo que mira en la tele, lo que escucha en la radio, lo que lee en el diario, porque además le damos la información ya razonada. No tiene que elaborar conclusiones. Se las damos nosotros… No me amenaces, Sergio, yo te estoy siendo claro y yéndote de frente en honor a los años que hace que nos conocemos. En estas condiciones no hay publicación.
JULIA: Sergio, ¿no tenés ningún otro dato para hacer más claro todo esto? Decinos de dónde viene todo este material.
SERGIO: (Duda. Busca en el maletín. No se anima a sacar algo que ha encontrado) Está bien. No fue en el bar. No fue en ningún lado.
OSCAR: Decime que no lo inventaste.
SERGIO: No, no. Ayer me tiraron un sobre por debajo de la puerta de mi casa. Supongo que fue por la noche. No sé. No tiene importancia. (Saca del maletín un sobre grande de un color rosa más que llamativo)
OSCAR: Un sobre para no llamar la atención.
SERGIO: El sobre está a mi nombre. Es lo único que tiene escrito. Estaban las fotos con una nota. (Muestra el papel, también rosa. Lee) “Ponce mató a Ramírez. Ponce trabaja para Correa. Cuestión de poder” (Les pasa la nota)
OSCAR: ¿Cuestión de poder?
JULIA: Acá no dice poder.
SERGIO: ¿Cómo que no?
OSCAR: ¿Qué dice?
JULIA: Acá dice cuestión de polleras.
OSCAR: Cuestión de polleras. Pero ¡claro!  Seguro que Ramírez se estaba volteando a la mujer de Correa.
SERGIO: Pero es una mina grande. No es demasiado linda tampoco.
OSCAR: Ay, pero qué Salani este Sergio. Vos tenés que entender la mente de estos tipos. Cogerse minas distintas es como un deporte para ellos. No importa si son lindas, feas, jóvenes o viejas. Lo que importa es la variedad y la cantidad.
SERGIO: Debe haber estado bien calzado el Negro, ¿no?
JULIA: Hagamos de cuenta que no escuché ese comentario machista. Salerno, ¿estaría bien entonces publicar las fotos con las notas?
SERGIO: Me parece que igual estamos dejando de lado la implicancia política. Yo no creo que esto sea solo un lío de polleras. No podemos dejar de lado que Ramírez era el referente de la izquierda en este pueblo, no puede ser casual. Estoy seguro que si el que se volteaba a la mujer de Correa era un tipo bienudo, no pasaba nada.
OSCAR: Y dale con la boludez. Sergio, ¿vos en qué lugar vivís? ¿Todavía no te das cuenta que este pueblo lo único que tiene a la izquierda es el volante de los autos? A los loquitos como Ramírez lo dejan pastar porque joden pero no molestan. Son como un mal necesario, es para darle a la cosa política una aire de… pluralidad. ¿Vos no te diste cuenta que estén quienes estén en el gobierno, son los mismos los que manejan la cosa acá? Sacate de la cabeza la cuestión política, hermano.
SERGIO: Pero, ¿cómo me decís eso, Oscar? Si en la única cosa que debemos haber coincidido vos y yo es precisamente en tener un pensamiento progresista.
OSCAR: Pecado de juventud, Sergio.
SERGIO: ¿Qué decís?
OSCAR: Mi pensamiento tenía que ver con mi falta de responsabilidades, de compromisos. Hoy manejo este multimedio. Yo no me puedo dar el lujo de ser de derecha ni de izquierda. Esto es un negocio, y los negocios no tienen ideología.
SERGIO: Sí que la tienen. Pero además lo que tenés no es un negocio. Es una empresa periodística. Y el periodismo es un servicio, no un negocio.
OSCAR: No digas boludeces, Sergio, querido. No me jodas con principismos de adolescente.
SERGIO: No, hermano. Son mis ideales. Yo no tengo la culpa que vos los hayás perdido.
OSCAR: ¿Será que vivir en pedo la mayor parte del día es parte de tus ideales?
JULIA: Bueno, bueno. No se peleen. No tenemos tanto tiempo para decidir. ¿Lo llamo a Pedro y cambiamos la primera?
OSCAR: No.
JULIA: ¿Cómo que no?
OSCAR: No, Julia. Yo no voy a publicar eso en ningún lado.
SERGIO: Pero, ¿por qué no?
OSCAR: Por que no quiero. No me interesa. Fin del asunto.
SERGIO: ¿Pero qué? ¿Es un capricho de nene, o algo así?
JULIA: ¿No le parece una noticia importante, Salerno? Yo creo que con las fotos y la nota tenemos argumentos más que suficientes. Es más, no es necesario que tomemos partido, brindamos la información ascética y concisa.
OSCAR: No sé, me parece que he sido bastante claro. No vamos, no voy a publicar nada de este asunto. Vuelta de página, a otra cosa.
SERGIO: ¿Me podés explicar por qué?
OSCAR: No, no tengo necesidad ni ganas de hacerlo.
SERGIO: Al menos tengo el derecho de saber por qué estás censurando esta información.
OSCAR: ¿De qué derecho me hablás? ¿Qué te crees, que estamos en la asamblea de la ONU o algo por el estilo? No, mi viejo. Este es mi diario, este es mi multimedios, yo decido qué se publica o qué no. No es una cuestión de democracia.
SERGIO: Pero no podés hacer eso. ¿Julia? ¿Verdad que no?
JULIA: Él decide, Sergio. ¿Qué querés que te diga?
SERGIO: No se puede creer.
OSCAR: Dedicate a lo tuyo, Salani. Cubrí deportes y tratá de hacerlo un poco mejor porque bastante choto es lo que venís haciendo. Si seguís estando es porque en el fondo te quiero, hermano. Pero te recomiendo que le aflojes al trago, de lo contrario no habrá amistad que valga.
SERGIO: ¿Sabés qué, Oscar? Sos un cagón. Por eso no lo publicás. Sos un cagón, ¡cagón!
OSCAR: Porque no te callás, te conviene.
SERGIO: No me voy a callar. ¡Cagón!  Siempre la misma mierda vos. En el secundario era igual, ¿sabés, Julia? Este cagón siempre se echaba para atrás en todo lo que organizábamos, ya sea un faltazo colectivo, ya sea cuando le íbamos a pintar al rector en la pared de la casa. ¿Te acordás? Le íbamos a pintar FACHO HIJO DE PUTA, porque había estado a favor del golpe de los milicos en el 76 y vos te cagaste, porque tu papito se enteró y seguro que él tambien había estado a favor. Si este diario de mierda se lo pasó reverenciando al intendente de los milicos cuando tu viejo estaba a cargo. ¡No cambiaste nada, viejo, vos empeoraste!
OSCAR: ¡Cerrá el culo, Salani!
SERGIO: Y ahora con tus aires de grandeza y tu porte de empresario seguís siendo el mismo cagón de entonces. ¿Sabés qué pasa, Julia? Le tiene miedo a Correa. Tenés miedo de que Correa se ponga loquito y te mande al Fino Ponce, ¿no? ¿O acaso es porque te va a sacar la publicidad el garca ese? No, ya sé. Está claro. ¡Vos estás prendido con lo de la fábrica de dulces y estas fotos te tiran el negocio a la mierda!
OSCAR: Estás en pedo, hermano, por eso estás hablando así. Pero más vale que cerrés el pico o no me va a calentar cómo estés y te voy a echar al carajo.
SERGIO: Pero echame, ¡qué mierda me calienta! ¡Chupaculos de Correa! ¿Le lamés las bolas de vez en cuando? ¡Chupaculos, cagón!
OSCAR: (Empujándola con violencia) ¡Callate la boca, la concha de tu hermana! ¡Borracho pajero, ni sabés de lo que estás hablando!
JULIA: ¡Paren!
OSCAR: (Mientras Sergio sigue en el suelo) ¿Miedo yo, a Correa? No me hagás reir, pelotudo. ¿Pero qué clase de boludo sos? ¿Vos realmente te crees que el poder en este pueblo lo tiene Correa, o el intendente o cualquier político de cuarta? ¿No te das cuenta, pedazo de mierda, que el que maneja acá los hilos soy yo? Yo determino quién gana y quién pierde cada elección, yo subo y bajo candidatos. Yo les doy cámara, centímetros, minutos a los que quiero. Yo digo qué hay que leer y que no.  Yo no le digo a la gente lo que tiene que pensar pero si le digo sobre qué tiene que pensar. A ver, gil, avivate un poco, a ver a qué le tiene que tener miedo un tipo que en las anteúltimas elecciones publicó unas encuestas truchas que lo daban como ganador al candidato del Partido de los Vecinos.
SERGIO: Pero… si ganó la Unión por el Pueblo.
OSCAR: Porque esa era la idea, boludo. Cuando los de Unión vieron que perdían, se dejaron de joder con las divisiones internas y votaron a su candidato. O, decime, decime por qué cuando los de la fábrica de hojalata pararon y yo no les di cabida, la huelga fue ignorada y la tuvieron que levantar, explicame. ¿Y querés saber por qué no les di bola? Porque gracias a eso me quedé con el 30 por ciento de las acciones de esa fábrica. ¿Querían que atacara a los ciber porque circula la falopa? Me callé. No hice una sola mención en ninguno de los medios. Y la gran mayoría de los ciber ahora son míos. Miedo yo. Boludo. Todos comen de mi mano. Yo escribo las partituras y hago bailar a todos con mi música. Cuando publiqué que estaba mal poner límites de horarios en los boliches, hice programas en la tele, en la radio, toda la gente salió opinando lo mismo. Porque si lo dice el diario, la radio o la tele, es verdad. ¿Te das cuenta? Y gran parte de los boliches son míos, y a mi me conviene que los pendejos chupen, aunque después saque sesudas moralinas firmadas por los prestigiosos profesionales que me lamen los zapatos criticando el alcoholismo en la juventud.
SERGIO: La verdad, ¿dónde queda la verdad con todo eso?
OSCAR: La verdad no existe. ¿Todavía no te diste cuenta? Hay tantas verdades como personas hablen. La verdad es una ilusión.  Acá no existe más verdad que la mía, por lo tanto yo soy la verdad. ¿Vos te creíste que soy el cuarto poder? Soy el primero, soy el único poder. Yo instalo candidatos que todo el mundo sabe que son ladrones, que son incapaces, que no tienen siquiera un dedo de frente pero yo convenzo a la buenas personas de que son lo mejor. La gente hace rato que se quedó sin memoria, y yo soy la memoria de la gente- Es una ecuación sencilla: Los que tiene voz y voto no tienen memoria, y los que tienen memoria, no tienen voz. ¿De qué miedo me hablás, borracho de mierda?
SERGIO (Ahogándose) Sos una mierda…
OSCAR: ¿Y ahora qué le pasa a este?
JULIA: Tiene ataques de pánico.
SERGIO: (Saca una petaca de su maletín y la empina) ¡Sos una verdadera basura, Oscar! Pero ¿por qué carajo no querés publicar la nota, entonces?
OSCAR: Primero te aclaro que yo no soy una mierda. La sociedad, el sistema lo es. Yo sólo me adapto. Y ya que seguís rompiendo las bolas, te voy a contar porqué no voy a publicar las fotos. Te dije que Ramírez no era más que un mal necesario. Inocuo, inofensivo. Un agitador de barricadas. Solo que las barricadas siempre han estado medio vacías en este pueblo. Pero con un detalle dañino. Era un picaflor. El guacho ponía el ojo en una mina y chau. Y en este mundo de mierda hay una cosa que no puede perdonarse. ¿Sabés qué es? Que te caguen a la tipa que vos querés. Eso es lo peor que te pueden hacer. Ramírez se metió con quién no se debía meter, la cagó, recorrió un camino sin retorno.
SERGIO: ¿Y a vos que te calienta que se haya volteado a la mujer de Correa?
OSCAR: ¡Cómo rompés las pelotas con Correa! ¡Bien que te gustaría formar parte de su séquito! No, Sergio. El Fino Ponce lo limpió a Ramírez, es absolutamente cierto. Pero a Ponce no lo mandó Correa.
SERGIO: ¿Y quién si no?
OSCAR: ¿Estás seguro de que querés seguir escuchando, no te va a agarrar otro ataque de pánico?
SEGIO: A ver, impresioname con tu sapiencia.
OSCAR: Al Fino Ponce lo mandé yo.
(Pausa)
JULIA: ¿Qué esta diciendo, Salerno?
OSCAR: Lo que oyen. Al Negro Ramírez lo hice mandar a matar yo.
SERGIO: ¿Se empernaba a tu mujer?
OSCAR: Siempre tan naif, Salani. Por mi, a mi mujer, se la puede coger todo el pueblo. Ni me va, ni me viene. Y por más que lo intenten, es frígida, un hielo, un iceberg es la hija de puta. Mi mujer es otro mal necesario. Una pantalla para cubrir las necesarias apariencias en esta sociedad, un aporte interesante al capital de la empresa, como bien sabés los viejos de ella estaban podridos en guita. Pero bueno, Ramírez se encamaba con la mujer que amo, eso he dicho. Eso no le perdoné, eso le costó la vida.
JULIA: ¿Qué mierda está diciendo, Salerno?
SERGIO: No me ahogo, pero me parece que en cualquier momento (se empina otra vez la petaca) ¿O sea que tenés una amante?
JULIA: ¿Qué carajo decís, Oscar?
SERGIO: Julia, ¿qué pasa?
JULIA: ¿Vos estás diciendo en serio que mandaste matar al Negro por eso? Decime que es un bluff, decime que estás mintiendo.
OSCAR: Es la verdad.
SERGIO: Dijiste que la verdad no existía.
OSCAR: Pero esta es la verdad. Y no me jodas, Sergio, haceme el favor.
JULIA: ¡No podés ser tan cínico, tan hijo de puta, tan…tan impune, tan criminal!
OSCAR: Lo hice por vos, Julia, mi amor. (Intenta tocarla. Julia se lo saca de encima violentamente)
JULIA: No lo puedo creer. No lo puedo creer.
SERGIO: ¿Ustedes son amantes?
JULIA: Hace un tiempo… Ya no… Es algo que ocurrió… Se me fue de las manos… No quería… Una mierda… Una verdadera mierda… Yo… no sabía.
OSCAR: Julia…
JULIA: Hace un año, Oscar, un año hace que terminamos lo nuestro. ¿Qué hiciste?
OSCAR: Vos lo terminaste. Yo te sigo queriendo.
JULIA: Vos dijiste que no te podías separar de tu mujer, ¿te acordás?
OSCAR: ¿Pero qué importancia tiene eso?
JULIA: Es cierto, ninguna. Es cierto, no sé por qué lo dije. Decime por qué… (Pegándole en los brazos)¿ Decime por qué, hijo de puta, por qué? (Sergio la aparta y trata de calmarla)
SERGIO: Esperá, Julia, calmate.
JULIA: Salí, Sergio, no te metas. Esta no es tu historia. No es con vos. ¿Así que lo mataste al Negro porque estaba saliendo conmigo?
OSCAR: ¿Estabas con él o no?
JULIA: ¿Quién sos para preguntarme eso, por qué te tengo que dar explicaciones?
OSCAR: ¿Por qué maté por vos?
JULIA: No. Vos no mataste por mi, vos hiciste matar, y si lo hiciste es porque estabas seguro. Porque me debés haber hecho espiar, o porque me espiaste vos mismo. Pedazo de basura de doble moral. Predicador de buenas costumbres, autoproclamado juez de los valores morales, bosta, bosta pura y concentrada. Si, salía con el Negro Ramírez, ya había terminado con vos, ¿cuál es el problema?
OSCAR: Pero se encontraban mientras estabas conmigo también.
JULIA: No es cierto, pero si lo fuera, ¿qué pasaba? ¿Vos no estabas con tu mujer acaso? ¿Desde cuando soy de tu propiedad? ¿Soy parte del multimedio Salerno? ¿Vos te acordás acaso por qué te dejé? ¿Vos te acordás lo que me costó?
OSCAR: Cambié.
JULIA: No me hagas reir, Oscar. Basta de cinismo. Ya que nos estamos sacando los calzones vamos a quedarnos bien en bolas. Sos un violento, Oscar, un jodido violento. Tres veces me cagaste a palos, casi me mandás al hospital, tus ataques de ira, tus celos, tu omnipotencia no pueden cambiar, estás realmente creído que sos el dueño de la verdad ¿o no te acordás? ¿Querías que siguiera mientras me hacías pedazos? ¿Eso querías? Sos un enfermo.
OSCAR: ¡El Negro Ramírez te preñó! ¡Te hiciste un aborto, carajo!
JULIA: ¡Qué pedazo de mierda sos! No, hijo de puta, el Negro no me embarazó ni me hice un aborto. No, señor.
OSCAR: No me podés negar eso, Julia. Yo lo sé. Sé todo lo que pasa en este pueblo. Yo sé, porque ese es mi poder. Saber todo de todos, controlar a todos desde sus secretos. Estabas embarazada, Julia. El pelotudo del Negro Ramírez te preñó. ¡No lo podés negar!
JULIA: Pobre infeliz.
OSCAR: ¿Por qué lo negás, Julia? A mi no me importa. Yo me puedo olvidar. Podemos hacer de cuenta que nada pasó.
JULIA: ¡Callate, Oscar!
OSCAR: Podemos empezar de nuevo, Julia, te juro que cambié.
JULIA: ¡De vos esperaba un hijo, era tuyo ese hijo! ¿Entendés? Era tuyo. Y la última vez que me pegaste, me diste tan fuerte que aborté por tus golpes. Vos eras el padre, vos lo mataste. Aunque lo más probable es que si te enterabás me hubieses pagado para que abortara.
OSCAR: ¿Qué decís? Un hijo mío…Creí que te cuidabas. No sabía…¿qué decís, Julia?
JULIA: La verdad. Y la verdad existe. Basta con saber mirar. ¡Vos hijo de puta, vos sos el responsable de todo!
SERGIO: Julia, ¿cómo mierda has hecho para seguir trabajando con él?
JULIA: No sé, Sergio. No me importa nada ya… Y hay que seguir comiendo, ¿no te parece? (Sale)
OSCAR: Pará, Julia, pará, no te vayas. Hablemos. Aclaremos esto. Por favor, Julia.
JULIA (Asomándose) Tranquilo, patrón. Ya vuelvo. Quédese tranquilo que ya le hago el cierre. Esplendentes carrozas del día del Estudiante en la primera página del diario. Usted, tranquilo (se va)
SERGIO: Salerno, yo no puedo dar crédito a mis oídos.
OSCAR: Ese hijo de puta de Correa… fue él.
SERGIO: ¿Qué cosa hizo Correa?
OSCAR: Él te mandó todo, seguro.
SERGIO: ¿Y para qué se iba a autoincriminar?
OSCAR: Es sencillo, Salani. Es muy sencillo. El tipo me está probando. Pero de eso me di cuenta ni bien vi las fotos. Si las publico, Ponce me manda en cana, me hunde.  Si no las publico igual queda claro que él sabe que yo sé que él sabe y me ata de pies y manos. No es ningún boludo Correa, no señor. Convidame un trago. (Sergio le alcanza la petaca. Mientras Oscar toma, Sergio saca un grabador de su maletín. Rebobina: se oye la voz de Oscar: Al Fino Ponce lo mandé yo. JULIA: ¿Qué esta diciendo, Salerno? OSCAR: Lo que oyen. Al Negro Ramírez lo hice mandar a matar yo. Salerno queda en silencio. Mira al grabador, mira a Sergio y se empieza a reír a carcajadas) ¡Pero qué Salani este Sergio! ¡Grabaste todo! ¡Pero muy bien! ¡Muy bien! ¿Se supone que tengo que tener miedo de que lo des a conocer?
SERGIO: No sé.
OSCAR: ¡Impresionante! Mi amigo, mi compañero de colegio, el nunca bien ponderado Sergio Salani, el idealista, el borracho, el haragán, el buenudo de Sergio Salani quiere apretar a Oscar Salerno. Te falta decir que el crimen no paga, hermano.
SERGIO: Pensá y decí lo que quieras, acá esta la grabación. Y las fotos, y la nota.
OSCAR: Esto queda de las fotos y la nota (Las rompe en mil pedazos y las tira a un cesto de papeles) El grabador es de la empresa. Ahora, decime: ¿Qué pensás hacer?
SERGIO: ¿A vos qué te parece?
OSCAR: Sergio, Sergio. Como te ha quedado claro no me importaría hacerte aparecer en una zanja del Parque. Total, ¿sabés cuántos pendejos como Cabrera hay en Villa Rubí? También es probable que te escapes en algún micro o en el tren y llegues con la grabación a Buenos Aires, ahí será más complicado, aunque la grabación no es prueba de nada, como bien sabés.  Contame lo que estás tramando ¿La vas a jugar de héroe, de paladín de la información, o vas a usar la cabeza, dándome la grabación y acá no ha pasado nada, esto nunca ocurrió?
SERGIO: (Se toma otro trago) Quiero un programa en la radio y otro en la tele, buenos horarios. Y quiero salir de deportes. Quiero pasar a política.
OSCAR: Pero muy bien. El gran Sergio Salani se ha hecho adulto, por fin. ¿Sabés qué? Me parece muy valiente lo tuyo. Me parece un progreso enorme. Si, señor. ¿Cómo no? Sus deseos han sido concedidos, el buen genio de la botella le ha otorgado sus sueños. Dame la grabación.
SERGIO: No soy tan boludo, Oscar. Yo te doy la grabación y los deseos se esfuman. Me la quedo como garantía, ¿te parece bien?
OSCAR: ¿Y cómo se yo que después no me vas a seguir pidiendo más cosas?
SERGIO: Tendrás que asumir el riesgo. Pero quedate tranquilo. Yo no necesito mucho para ser feliz. Con esas cosas, estoy hecho.
OSCAR (Midiéndolo)  Está bien. Hagamos ese trato. Vos te quedás con la grabación como seguro, yo de garantía siempre lo tengo al Fino Ponce.
SERGIO: Es verdad.
OSCAR: Un día de estos tenemos que armar una cena con todos los ex compañeros del colegio, ¿no? Estaría bueno acordarse del tiempo en que creíamos que íbamos a ser felices. Si, señor.  Pero ahora, los dos muchachos crecidos van a tener un ataque de amnesia. Se van a acordar mucho de la juventud y se van a olvidar de todo lo que acaban de decir, de escuchar. ¿No te parece? (Pausa)  Chau, Salani. Empezá a preparar tus programas. Ah… y cuidate. No tomes tanto.
SERGIO: Chau, Salerno. Nos vemos. (Oscar se va. Sergio está guardando sus cosas en el maletín cuando reingresa Julia. Sergio queda incomodo)
JULIA: Buen negocio el tuyo, Salani.
SERGIO: ¿Estabas escuchando?
JULIA: Algo, no importa. Nada importa. Igual, me desilusionás un poco. Hubiera jurado que, borrachín y todo, eras un tipo digno.
SERGIO: Julia, yo…
JULIA: No digas nada, Sergio. Está todo bien.
SERGIO: Perdoname.
JULIA: Está todo bien. En serio. Ahora dejame sola, por favor. Tengo que hacer el cierre del diario.
SERGIO: ¿Estás segura de que querés seguir haciendo esto? No sé cómo podés.
JULIA: Hay que seguir comiendo, Sergio, hay que seguir comiendo. (Sergio intenta consolarla o acariciarla. Julia lo saca firme pero sin brusquedad. Le sonríe y le señala la salida)
SERGIO: Chau, Julia, nos vemos.
JULIA: Chau, Salani (Pausa. Julia revisa el canasto de basura. Mira los pedacitos de foto y los vuelve a tirar. Abre un cajón. Saca unos papeles. Se caen tres o cuatro sobres rosas como el que le fue entregado a Sergio, junto a algunas hojas como las de la nota. Julia los levanta. Saca otro juego de fotos. Los deja en el escritorio. Sigue buscando y saca un grabador. Rebobina. Escucha. Se oye la voz de Oscar: Al Negro Ramírez lo hice mandar a matar yo. Repite la operación un par de veces. Lo apaga. Piensa. Se incorpora, va hacia el teléfono. Llama)  Pedro, ¿cómo estás? Bien… Bueno… Si, ya sé que estamos medio apretados con el tiempo. Perdoname la demora. Mirá, Pedro, cambiamos la primera. Las carrozas del día de la primavera, no van.

APAGON

No hay comentarios:

Datos personales

Nombre y apellido: Duilio Olmes Lanzoni Fecha de nacimiento: 3 de Julio de 1962 Bolívar pcia. de Buenos Aires Dirección: Alvear 325 Bolívar TE. (02314) 42-4095 // 15416051 // E-mail: duiliolanzoni@speedy.com.ar